Juan
XXIII no solo ha pasado a la historia como un papa santo y padre del
Concilio Vaticano II; ha sido probablemente el papa más bromista de
la historia. Un humor que nacía de la sencillez que desbordaba de su
humildad e íntima relación con Dios. Hay muchos libros que recogen
sus anécdotas.
Desde el mismo momento de su elección como
papa lo demostró, en la sala que se encuentra junto a la capilla
Sixtina. Tras la aceptación, el papa se apartó para vestir las
vestiduras blancas tradicionales, pero ninguna de las tres sotanas
que habían preparado le quedaba bien. Siguió el desconcierto entre
las personas encargadas de asistir al papa. Él calmó la tensión
diciendo: “¡Está claro que los sastres no deseaban que yo fuera
papa!”.
Extraído
de http://padreeduardosanzdemiguel.blogspot.com.ar/
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