Hola, ¿Quién eres tú pequeño amigo?
Pues ya lo vez, tan solo un paria,
que vagando solitario por estas calles de
Dios,
afanosamente busco el sustento para el día,
alguna mirada sentía y ¿Por qué no? algo de
amor.
¿Más que pasa en tu mirada que a momentos
se ve triste y por momentos muy cansada?
La mirada es la ventana por la que
atisbando atentos,
tu puedes medir la dicha que cada uno lleva
dentro,
y si tristeza en mi observas con esa vista
amorosa,
es que mi pecho está lleno de miedo,
tristeza y derrota.
¿Y caminas ya de noche sin temer a un
enemigo?
Tan solo los poderosos en esas penas se
muestran,
a los que vamos vagando por la vida en la
miseria
no hay quien nos haga caso, y si pueden
evitarse
de la fatiga de vernos, mejor será para
ellos.
¿Pero qué vida la tuya? Vagando, siempre en
la calle,
sin tener cabal concierto de lo que vendrá
mañana,
o tal vez en un momento.
La vida olvida a unos, y a otros otorga un
techo,
unos tienen el bocado y lo llevan al
dispendio,
a otros nos da bien poco, y solo buscando
de lleno,
podremos sobrevivir en este mundo, algún
tiempo.
Y la plática tan grata con mi amigo
pasajero,
tocó a su fin al instante en que
arrojándole un hueso,
él lo tomó entre sus fauces y me miró en el
silencio,
sus ojos rieron conmigo, tal vez solo
agradeciendo,
y retomó su camino con su pasito bien lento
moviendo en compás su rabo, y con sus
orejas alzadas
se perdió en el movimiento de tantos seres
que acaso
de su pesar son ajenos, y que nunca habrán
de creer,
de esta charla tan amena que sostuve yo
aquel día,
con este olvidado ser.
EDUARDO MARTÍNEZ ZENDEJAS
(MÉXICO)
Me encantó Eduardo. Como siempre tus poemas son increíbles.
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