-“¿Te
acordás hermana que tiempos aquellos?”Me decía Lina tarareando la canción mientras mirábamos fotos de nuestra
época, ésa, de cuando íbamos a la escuela.
-¡Cómo
no me voy a acordar!, Me parece sentir la
fragancia de las glicinas en el fondo del patio de la escuela. Nunca faltaba
una flor en el jarrón del escritorio de la maestra. Éramos especialistas en
llevar ramos de aromos y retamas a la señorita. También éramos artesanos.
Nosotras las entonces niñas, decorábamos nuestras propias figuritas
abrillantadas remarcándolas por el dorso para que aparecieran como labradas.
Así las transformábamos en “figuritas labradas”. Junto con los varones trabajábamos
en la gran aventura de hacer los
barriletes, realmente teníamos que ser especialistas .Poseíamos la técnica y el
secreto para armar nuestras cometas y elevarlas al cielo, quizás también
conocíamos la magia. El armazón de cañas era todo un secreto profesional, sino
estaba en perfecta escuadra, el barrilete no remontaría nunca. Así que, a veces
eran dos triángulos isósceles perfectos, otras un romboide, a veces un
equilátero y dos escalenos. Las figuras geométricas se ensamblaban según el
diseño de nuestro juguete ¡Teníamos conocimiento!...En cuanto a los rayos,
hechos con hilos no podían estar desparejos, la cola con trapitos de tela, el
engrudo que hacíamos con harina y agua, también tenía su medida justa para no hacer demasiado peso .Todo era
minuciosidad y paciencia.
¿Te
acordás de los pancitos de “azul”?...Eran para blanquear la ropa, así los
guardapolvos quedaban impecables. Además almidonados con el almidón cocido en agua hirviendo para
que duraran más y se arrugaran menos. El moño enorme que después nos desataban
los varones corriendo en el recreo. Recuerdo una vez que te pusiste a llorar
porque tu abuela había estado largo rato haciéndote el moño y un chico te lo
desarmó.
¿Y
los zapatos? “7 leguas y Gomicuer” ¡ no
se rompían nunca!, las medias zoquetes que se zurcían con un mate para que
también duraran todo el año.
En la escuela teníamos labores, nos enseñaban a bordar. Punto cruz y
punto atrás. Nos cambiábamos los hilos para tener mayor variedad de colores.
Eso era compartir, decía la profesora, también nos enseñaban canto, música,
declamación, baile. Nosotros sabíamos de un gato y una chacarera. Mi cuaderno
de pentagrama era un desastre, nunca pude hacer bien una clave de Sol.
Cuando sonaba la campana para salir al recreo hacíamos un gran alboroto.
Cuando volvía a sonar anunciando que el espacio terminaba nos quedábamos en un
silencio total. .Éramos respetuosos.
Después
nos daban el pancito de Viena redondo y el mate cocido ¡todo un manjar!
Sabíamos disfrutar todo lo que teníamos .Fuimos niños respetuosos, ingeniosos,
creativos en nuestra escuela. ¿Te acordás?
- Si…“¡Si cuando me acuerdo me pongo a
llorar”!- Terminó Lina de tararear la canción.
Quedamos en silencio lagrimeando un rato las dos.
María
Marta Spindler
Mención de honor; Premio otorgado por el Club de Leones Buenos Aires
Liniers y la Junta Hisórica
de Liniers. En concurso cuento
18-07-2015
Hermoso el cuento María Marta. Era muy difícil el temario. Te felicitamos. Bendiciones.
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