Un día que estaba triste,
nuestro Señor cavilaba,
que entre los hombres no había
ninguno que lo alegrara.
¿Qué podía hacer? Pensaba,
para mejorar la cosa.
De pronto tuvo una idea:
Derramaré sobre el mundo,
dones, ofrendas y gracias
y aquel ser que las reciba,
será uno muy especial
que me deleitará la vida.
Así nacieron los Santos,
orgullo de nuestro Dios,
y para nosotros ejemplos
de humildad, bondad y perdón.
Ojalá, Padre querido
pueda
parecerme a alguno,
y alegrar toda tu vida
con una cuota de orgullo.
Ojalá Padre querido,
llegue a mí tu bendición
para parecerme a ellos,
ejemplos en su oración.
Elsa Lorences de Llaneza
Qué los Santos los protejan y bendigan AMÉN.
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