TERESA
Su cuerpo cabía en un
camafeo.
Sin mundo encima,
se vestía con la sola
cruz.
Pobre, de toda
pobreza, entre pobres,
logró la riqueza del
abandono
que cifró en no vivir
para sí.
El dolor y el abandono
del otro,
fueron su Getsemaní y
Calvario.
La llaga y la lepra,
la úlcera y la pústula
eran el espejo que
reflejaba a otro Cristo.
Cumbre, a escala de
tierra,
fuego en potencia de
cielo,
diminuta intensidad,
donada en servicio.
Tuvo su noche oscura,
pero
la luz invicta de
Jesús
alumbró su agonía
ofrendada.
Madre de hijo plural,
María del suyo y
mismo, preciso y eterno.
Decía que era una gota
en el mar:
y el mar, para ser,
necesitaba de esa gota.
Teresa, virgen de
lámpara alerta.
Bosco Ortega
Un poema para una gran Santa. Gracias Bosco Ortega. Bendiciones. Elsa.
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