lunes, 3 de septiembre de 2018

SANTA GERTRUDIS. COLABORACIÓN BOSQUIN ORTEGA

Santa Gertrudis fue una de las primeras videntes y propulsoras del Sagrado Corazón de Jesús.
Tuvo innumerables experiencias místicas con el Sagrado Corazón de Jesús.

Cuatrocientos años antes que Santa Margarita María de Alacoque en el siglo XVII y 600 años antes que María del Sagrado Corazón en los siglos XIX y XX.

E incluso llegó a tener una experiencia mística con San Juan evangelista, con quién recostó su cabeza en el pecho de Jesús y sintieron los latidos de su corazón.
Gertrudis la grande fue una mística benedictina que nació en 1256 y murió en 1301.
A los 5 años Fue enviada a vivir al monasterio benedictino de Helfta dónde Santa Gertrude de Hackeborn fue abadesa.
Ésta la puso a cargo de Santa Mechtilde o Matilde de Hackeborn, su hermana, con quien compartió muchas visiones.
Santa Gertrudis es conocida como Santa Gertrudis de Hefta o también como Santa Gertrudis la Grande.
Fue considerada una gran teóloga, pero curiosamente nunca fue canonizada formalmente, a pesar que Clemente XII dispuso que se celebrara universalmente su fiesta el 16 de noviembre.
También fue una propulsora de las devociones a las almas del purgatorio.

SU DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN

Nuestro Señor se le apareció a Santa Gertrudis para revelarle a ella y al mundo el amor divino y humano de su Sagrado Corazón.
Y ella se convirtió en un Heraldo de su Sagrado Corazón.
Una de las primeras apariciones de Jesús a Santa Gertrudis fue cuando caminaba por un pasillo del monasterio y se inclinó en la presencia de una hermana, pero vio que era Nuestro Señor Jesucristo.
Y fue especialmente importante para ella porque en ese momento estaba sufriendo de aridez espiritual y le dio mucha alegría a su corazón.
Ella lo describiría después como el más hermoso de todos los hijos de los hombres.
Nuestro Señor le dijo,

“Tu salvación está cerca, ¿por qué te consume el dolor?”

E inmediatamente apareció un coro de monjas cantando alabanzas a Dios y Jesús le dijo poniéndole la mano en su cabeza,
“Te salvaré, te libraré, no temas”.
Y fue más específico cuando le recalcó,
“Has lamido el polvo con Mis enemigos, y has atrapado la miel entre espinas, pero vuelve ahora a Mí.
Yo te recibiré y te embriagaré con el torrente de Mis delicias celestiales”.
Entonces Gertrudis trato de tocarlo, pero descubrió una barrera entre ellos que eran sus pecados.

Y descubrió que las distracciones del mundo la habían alejado del amor de Dios, se dio cuenta de lo que le agradaba Dios y lo que no le agrada a Dios.

Entonces decidió escapar de las vanidades del mundo y de estímulos que tenían poco contenido espiritual y mucho deleite personal.
Y fue en esa oportunidad que recibió las 5 heridas en su corazón y le prometió,
“Oh, mi Salvador, deseo traerte cada alma, para que te deleites en cada una”.

Otra vez vio a Jesús llevando un gran edificio sobre los hombros y le preguntó que significaba.
Y Nuestro Señor le dijo,
“He aquí, con qué trabajo, cuidado y vigilancia llevo esta querida casa, que no es otra que la de la religión.

En todas partes está amenazada con la ruina, porque hay muy pocas personas que están dispuestas a hacer o sufrir algo por su apoyo y crecimiento.

Por lo tanto, deben sufrir conmigo para soportarla.
Para todos aquellos que se esfuerzan, con sus palabras o acciones, de extender la religión y tratar de establecerla en su primer fervor y pureza
Los pilares fuertes que sostienen esta santa casa me consuelan al compartir conmigo el peso de esta carga“.

En una oportunidad Gertrudis estaba preocupada porque su fama se había extendido y mucha gente iba a pedirle consejos y ella temía que pudiera dar consejos equivocados.
Entonces se le apareció el Sagrado Corazón y le dijo que confiará en los instrumentos que Él había elegido.
Le recordó lo que le había prometido a Pedro, que lo que desates en la Tierra será desatado en el cielo.
Y lo mismo había obrado para ella,
“Realmente confirmo que todo lo que le digas a los demás a sugerencia Mía y en Mi nombre: a quienquiera que prometas algo a través de mi bondad sobre la Tierra, lo aseguraré y ratificaré en el cielo”.

Una oración ella acuñó para el Sagrado Corazón es esta,
“Santidad del Corazón de Jesús, consagra mi corazón;
Providencia del Corazón de Jesús, vela por mi corazón;
Inmutabilidad del Corazón de Jesús, fortalece mi corazón;
Pureza del Corazón de Jesús, purifica mi corazón;
Obediencia del Corazón de Jesús, subyuga mi corazón;
Amabilidad del Corazón de Jesús, datee a conocer a mi corazón;
Atracciones divinas del Corazón de Jesús, cautiven mi corazón;
Riquezas del Corazón de Jesús, enriquezcan mi corazón;
Inundaciones de gracia y bendición que fluyen del Corazón de Jesús inunden mi corazón.

¡Oh Corazón de Jesús! Sé tú mi alegría, mi paz, mi reposo en este mundo y en el próximo.
¡Oh Corazón de Jesús! adorado en el Cielo, invocados en la Tierra, temidos en el Infierno, reina sobre todos los corazones, reina a través de todas las épocas, reina para siempre en la gloria celestial. Amén.”

SU DEVOCIÓN A LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Santa Gertrudis también tenía una gran devoción por las almas del purgatorio, y hay una oración destinada a liberar 1.000 almas del purgatorio cada vez que se rece, según la promesa de Jesús,

“Padre eterno, yo te ofrezco la preciosísima sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las Misas celebradas hoy día a través del mundo por todas las benditas ánimas del purgatorio por todos los pecadores del mundo. Por los pecadores en la iglesia universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia. Amén.”

Y una vez luego de comulgar Santa Gertrudis trato de dividir la hostia que tenía dentro de la boca en pequeñas partículas, para significar el número de almas que deberían ser liberadas del purgatorio, entonces se apareció Jesús y le dijo,
“Para que sepan que Mi misericordia está por encima de todas mis obras y que el abismo de Mi misericordia no se puede agotar, estoy dispuesto a concederles, por el mérito de este sacramento vital, más de lo que se atreven a pedirme“.

APARICIÓN DEL APÓSTOL SAN JUAN

En una oportunidad fue visitada por Jesús y San Juan evangelista, y sorprendida Gertrudis le dijo,
“Mi amable Señor, ¿cómo puede ser que presentas a Tu discípulo más amado a una criatura indigna?”.
Fue ahí que Nuestro Señor le replicó,
“Deseo establecer entre él y tu una amistad íntima, él será el Apóstol, para instruirte y corregirte”.
Y entonces fue ahí donde ambos pusieron su cabeza en el pecho de Jesús a instancias de San Juan,

“Ven, Esposa de mi Maestro, pongamos nuestras cabezas en el más tierno seno del Señor, en el que están encerrados todos los tesoros del Cielo y de la Tierra”.

Y Gertrudis cuenta que escuchó los latidos de su Sagrado Corazón y le preguntó a Juan,
“Bien amado del Señor, ¿estas armoniosos golpes, que alegran mi alma, también alegraban las tuyas cuando reposabas durante la Última Cena en el seno de nuestro Salvador?
¿Cómo es que en tu evangelio has hablado tan poco de los secretos amorosos del Corazón de Jesucristo?”
San Juan le contestó,
Mi ministerio se limitaba a hablar de la Palabra Divina y del Hijo eterno del Padre, algunas palabras de profundo significado sobre las cuales la inteligencia humana podía meditar para siempre sin agotar su riqueza.
Pero a estos últimos tiempos se le reservó la gracia de escuchar la voz elocuente del Corazón de Jesús.
Con esta voz, el mundo renovará su juventud, se despertará de su letargo y se inflamará nuevamente con la calidez del amor divino”.
A partir de ahí Gertrudis comenzó a tener experiencias más extraordinarias.

Mil gracias Bosquín Ortega. Hermoso lo que enviaste. Mil gracias amiga. Bendiciones Elsa.

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