Alcoba de aureas
coplas
con melodías de
cuerdas
y una tenue balada,
que incita el vuelo
de angelicales
alas,
se escucha en
morada
de dulcísimo
fulgor.
En sosiego se
observa
una estela de
plata,
y un coro
gregoriano
se oye en santo
oficio
con campanas
vibrantes
llamando a la
oración.
No se trata de
ilusiones,
tampoco de
fantasias,
ni de tumoral
fiebre
que inflama las
entrañas.
Es el Ángelus
grácil
despertando al alma
que viaja al más
allá.
Se abre la puerta
y el alma con gozo
lentamente ingresa,
al reposo que
emerge
de inagotable
fuente,
entre celestes
ángeles
que vienen y van.
¡Bendigamos al
Señor
nunca olvidemos su
amor,
Él nunca nos
abandona!
¡Démosle nuestra
vida de
alma y corazón
dispuestos!
¡Dios siempre ve
compasivo
nuestra confianza
total!
¡AMÉN!
Miguel Ángel
Migliarini
San Nicolás de los
Arroyos, 25 de marzo del 2015
Gracias Miguel Ángel. Hermoso amigo.
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