Por hoy
salí victorioso ante tu embate insolente,
ganó la fuerza del cuerpo y mi enfermo, está consciente,
nuevamente en tu rutina hacia su cama llegaste,
pensativa y en silencio, vi que tu cara humillaste.
Acariciaste su frente entre maternal y ausente
y el hombre se estremeció, mas continuaba inconsciente,
tal vez no era aún el tiempo, pues hacia mi te volteaste,
y en tu hermosa faz serena una sonrisa pintaste.
Y no fue una pesadilla, pues mis ojos lo guardaron
como un vivido recuerdo, que nunca habrán de olvidarlo,
cuando enfrentas una lucha o vences o sales vencido,
tu enemigo esta presente, tiene forma y es medido.
Mas no es este nuestro caso pues yo te conozco señora
porque así tu lo permites, y eso de ser tu enemigo
podría muy fácil dudarlo, nos enfrentamos a diario y tu,
tu vas salvando las almas si las lastima el dolor,
y las conduces al cielo, a las plantas del Señor.
Yo doy vida y corazón para sanar a mi enfermo,
con mis pócimas y encargos logro calmar su dolor;
nuestras misiones difieren pero a lo lejos se juntan,
tu sanas desde el espíritu cuando muy enfermo va,
y cortas así, de raíz, ese dolor que inclemente
va degenerando el alma, y así lo sabes curar.
¿Enemigos al luchar por la vida retener?
Mas nunca podría perder mi panorama real,
tú es un ángel de cielo y cumples con tu misión,
yo tan solo soy un hombre que sabe sanar el dolor,
cuando el hermano que sufre acude a mi protección,
tú en el cielo eres un ángel, y yo en la tierra ... un doctor.
EDUARDO MARTINEZ ZENDEJAS
ganó la fuerza del cuerpo y mi enfermo, está consciente,
nuevamente en tu rutina hacia su cama llegaste,
pensativa y en silencio, vi que tu cara humillaste.
Acariciaste su frente entre maternal y ausente
y el hombre se estremeció, mas continuaba inconsciente,
tal vez no era aún el tiempo, pues hacia mi te volteaste,
y en tu hermosa faz serena una sonrisa pintaste.
Y no fue una pesadilla, pues mis ojos lo guardaron
como un vivido recuerdo, que nunca habrán de olvidarlo,
cuando enfrentas una lucha o vences o sales vencido,
tu enemigo esta presente, tiene forma y es medido.
Mas no es este nuestro caso pues yo te conozco señora
porque así tu lo permites, y eso de ser tu enemigo
podría muy fácil dudarlo, nos enfrentamos a diario y tu,
tu vas salvando las almas si las lastima el dolor,
y las conduces al cielo, a las plantas del Señor.
Yo doy vida y corazón para sanar a mi enfermo,
con mis pócimas y encargos logro calmar su dolor;
nuestras misiones difieren pero a lo lejos se juntan,
tu sanas desde el espíritu cuando muy enfermo va,
y cortas así, de raíz, ese dolor que inclemente
va degenerando el alma, y así lo sabes curar.
¿Enemigos al luchar por la vida retener?
Mas nunca podría perder mi panorama real,
tú es un ángel de cielo y cumples con tu misión,
yo tan solo soy un hombre que sabe sanar el dolor,
cuando el hermano que sufre acude a mi protección,
tú en el cielo eres un ángel, y yo en la tierra ... un doctor.
EDUARDO MARTINEZ ZENDEJAS
MÉXICO
Un poema para no olvidar Eduardo. Con un final extraordinario. Mil gracias por tu colaboración.
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