martes, 3 de septiembre de 2013

COMPARTIENDO, FUERTE LLAMADO DEL PAPA POR LA PAZ MUNDIAL


Fuerte llamado del Papa por la paz del mundo y convoca a jornada de oración y ayuno.


“Queridos hermanos y hermanas, buen día.

Hoy quiero hacerme intérprete del grito que sube desde cada parte de la tierra, 
desde cada pueblo, del corazón de cada uno, de la única gran familia que es la
 humanidad, con angustia creciente: es el grito de la paz.
Es el grito que dice con fuerza: queremos un mundo de paz. Queremos ser

 hombres y mujeres de paz. Queremos que en esta sociedad nuestra, destrozada 
por divisiones y conflictos estalle la paz. ¡Nunca más la guerra, nunca más la guerra!
 La paz es un don demasiado precioso que tiene que ser promovido y protegido. 
Vivo con particular sufrimiento y preocupación las diversas situaciones de conflicto
 que hay en nuestro mundo, pero en estos días mi corazón está profundamente 
herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por las dramáticas
 perspectivas que se prospectan. Dirijo un fuerte apelo por la paz, un apelo que
 nace del interior de nosotros mismos. ¡Cuanto sufrimiento, cuanta devastación,
 cuanto dolor llevó y lleva el uso de las armas en este martirizado país.
 Especialmente entre la población civil e inerme. Pensemos cuantos niños no 
podrán ver la luz del futuro.
 Con particular firmeza condeno el uso de las armas químicas. Les digo que
 tengo aún fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes que vi 
en los días pasados. ¡Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia
 sobre nuestras acciones del que no se puede huir!
El uso de la violencia nunca trae la paz. La guerra engendra guerra, la 

violencia engendra violencia. Con toda mi fuerza pido a las partes en
 conflicto que escuchen la voz de la propia conciencia, de no cerrarse en
 los intereses propios, para mirar al otro como a un hermano y de tomar
 con decisión el camino del encuentro y del negociado, superando la
 ciega contraposición.
Con la misma fuerza exhorto también a la comunidad internacional de 

manera que haga un esfuerzo para promover, sin ulterior indulgencia, 
iniciativas claras por la paz en ese país, basadas en el diálogo y la negociación,
 en el bien de la población siria.
 No sea ahorrado ningún esfuerzo para garantizar asistencia humanitaria a quien 
fue golpeado por este terrible conflicto. En particular para los desplazados en el país 
y a los numerosos prófugos en los países vecinos. A los operadores humanitarios
 empeñados en aliviar el sufrimiento de la población, le sea asegurada la posibilidad
 de dar la ayuda necesaria.
¿Qué podemos hacer nosotros por la paz en el mundo? Como decía el papa Juan, a

 todos nos corresponde la tarea de recomponer la relación de convivencia en la justicia
 y el amor. Una cadena de empeño por la paz una a todos los hombres y mujeres de 
buena voluntad.
Y hago una fuerte e insistente invitación a toda la Iglesia católica y también la

 extiendo a los cristianos de otras confesiones, a los hombres y mujeres de cada
 religión, y también a los hermanos y hermanas que no creen. La paz es un bien
 que supera cualquier barrera porque es un bien de toda la humanidad.
Repito en alta voz: No es la cultura del enfrentamiento, la cultura del conflicto, la 

que construye la convivencia de los pueblos y entre los pueblos; sino aquella: la 
cultura del encuentro, la cultura del diálogo, esta es el único camino hacia la paz.
 El grito de paz se eleve alto para que llegue al corazón de todos, y todos
 depongan las armas y se dejen guiar del anhelo de paz.
Por esto, hermanos y hermanas, he decidido de convocar para toda la Iglesia, el 7 de septiembre próximo -vigilia de la Natividad de María Reina de la Paz- una jornada 

de ayuno y oración por la paz en Siria, en el Medio Oriente y en todo el mundo.
Y también invito a unirse a esta iniciativa, de la manera que consideraren más

 oportuna a los hermanos cristianos no católicos, a los que pertenecen a otras 
religiones y a los hombres de buena voluntad.
El 7 de septiembre en la plaza de San Pedro, aquí desde las 19 a las 24 horas,

 nos reuniremos en oración y en espíritu de penitencia para invocar de Dios este
 gran don en favor de la amada nación siria y por todas las situaciones de conflictos
 y violencias en el mundo. La humanidad necesita ver gestos de paz y oír palabras de 
esperanza y de paz. Pido a todas las Iglesias particulares que además de vivir este
 día de ayuno, organicen algún acto litúrgico según esta intención. A María le
 pedimos que nos ayude a responder a la violencia, al conflicto y a la guerra, con la 
 fuerza del diálogo, la reconciliación y del amor. Ella es madre. Que ella nos ayude a
 encontrar la paz. Todos nosotros somos sus hijos. ¡Ayúdanos María a superar este
 difícil momento y a empeñarnos cada día, en cada ambiente, en una auténtica
 cultura del encuentro y de la paz.
María reina de la paz, ruega por nosotros. Todos: María reina

 de la paz ruega por nosotros".  AMÉN

Gracias María del Carmen González por hacernos llegar
 estas hermosas palabras.
Misión del Santo Rosario, apostolado mariano



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