Uno de los cajones traía grabado a fuego la frase “Una virgen del Rosario para el convento de predicadores de la ciudad de Córdoba” (hoy Convento de Santo Domingo) y el otro “Un cristo crucificado para la iglesia matriz de la ciudad de Salta”, imágenes que eran enviadas por el antiguo Obispo del Tucumán Fray Francisco de Vitoria que estuvo presente en la fundación de la ciudad. Jamás se supo qué embarcación las trajo desde España ni qué fue del mismo.
Una vez transportadas en procesión hasta Lima, la capital de Perú, Don García Hurtado de Mendoza (en ese momento virrey del Perú) ordena que se cumpliera el mandato y la voluntad del Obispo Vitoria, entonces las imágenes son cargadas a lomo de mula y transportadas aproximadamente 2800 km por el viejo Camino del Inca, dejando en Salta el cristo correspondiente, continuando la peregrinación con destino a la ciudad de Córdoba. En Salta,las imágenes fueron recibidas con entusiamo en el llamado desde entonces Campo de la Cruz y, luego de un solemne oficio religioso, ubicaron el cristo crucificado en el altar de las ánimas (o sacristía de la iglesia matriz) donde fue olvidada por largo tiempo.
Luego de 100 años de la llegada de la imagen a Salta, exactamente el 13 de setiembre de 1692, un gran temblor a las 10 de la mañana sacude Salta y la ciudad de Esteco, esta última se hunde quedando totalmente arruinada. La imagen de la inmaculada (la que posteriormente se llamaría “Virgen del Milagro”) ya se encontraba en la iglesia matriz; pertenecía a una familia asentada en estos solares, la cual, celebrando la festividad de la Natividad de la Virgen María el día 8 de setiembre, la había llevado a la iglesia. Providencialmente, esta vez la imagen queda en el templo unos días más, ocupando el nicho superior del altar, a unos tres metros de altura aproximadamente.
Cuenta la historia que aquel 13 de septiembre, luego de los fuertes y reiterados temblores que destruyeron la ciudad de Esteco y que fueron también percibidos con singular intensidad en la ciudad de Salta, se encontró la virgen en el suelo, a los pies del Cristo en actitud orante que se interpretó como de súplica e intersección, sin que sufriera ningún daño en su rostro ni manos pese al gran tamaño de la imagen, perdiendo los colores del rostro que quedó pardo y macilento. Posterior a los hechos sucedidos, la imagen fue llevada a la casa del alcalde Bernardo Diez Zambrano donde se oró allí toda la noche.
Al día siguiente (14 de septiembre) se colocó la imagen a la que todos querían venerar, en el exterior de la Iglesia Matriz donde continuaron los cambios de colores del rostro y fue entonces cuando muchos fieles comenzaron a llamarla “del Milagro”. Una nueva historia empezaba para esta sencilla imagen y para los salteños, que jamás abandonarían su culto y su devoción.
Uno de los Padres de la Compañía de Jesús, José Carrión, afligido por la situación sintió una voz, con toda claridad, que le decía "mientras no sacasen al Cristo, no cesarían los terremotos". El sacerdote se dirigió urgentemente a comunicar el mensaje recibido. Los padres jesuitas recordaron la imagen enviada por Vitoria, entraron al templo y bajándola con mucha dificultad la acomodaron en andas que sirvieron para sacarla al atrio de la derruida iglesia, liberando del encierro la imagen luego de un siglo entero; La colocaron frente a la iglesia que la Compañía de Jesús tenía en el centro de la ciudad y el pueblo acudió al templo con antorchas encendidas.
Las campanas llamaron a penitencia y la imagen fue sacada en procesión por los fieles salteños con el ruego de que cesaran los temblores.
Al amanecer del día 15 la tierra dejó de temblar, volvió a estremecerse a la noche, en medio de procesiones y rogativas. Al cesar los estremecimientos, el día 16 renació la calma y con ella se comenzó a hablar del "milagro".
La Virgen del Milagro y del Señor de los Milagros de Salta son inseparables. La Catedral de Salta tiene un altar de oro incomparable a ningún otro punto del país. La ceremonia que se realiza el día de Pascua, cuando la Virgen sale a preregrinar por otras iglesias es única y provoca el llanto y la emoción profunda. Yo junto a mi esposo lo hemos vivido y los invitamos a vivirla. No se van a arrepentir. Elsa
Madre del Milagro, ayúdanos a vivir en Paz, une a las familias y aumenta nuestra solidaridad hacia el hermano desamparado. AMÉN.
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