Tú te elevabas al cielo
y la gente te miraba,
no llegaba a comprender
que era lo que en tí pasaba.
Habías muerto y resucitado
y un legado les dejabas,
pero no entendían bien
que eras el hijo de Dios
que a su casa regresaba.
Ahora que lo entendemos
te damos gracias Señor
por tu gran Misericordia
y te pedimos, mi Dios,
que desde el cielo nos protejas
y nos guíes día a día
hasta que llegue la hora
de reunirnos con tu vida.
Elsa Lorences de Llaneza
elsalorences@yahoo.com.ar
DISEÑO: Sacado de la Web
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