Trabajé, Señor, jornada tras jornada,
lastimadas mis manos con tierra y con cizaña,
sembré, clamando por tu ayuda.
En gozo y con confianza,
deposité en tus manos mi labranza.
Esta tarde de riego
el empuje del agua se hace lluvia,
acaricia mis llagas,
y alimenta los brotes que asoman en los surcos
donde ayer sólo había desierto y
desencanto.
Has cumplido, Señor,
como siempre, Tu Promesa.
Junto a mí te sientas, me sonríes,
me sostienes en las noches más oscuras,
acompañas con tu música mis danzas,
mientras espero paciente la cosecha,
mientras disfruto la Luz de Tu
Palabra.
María de las M. Rodríguez Sáenz
Gracias Ña Pomona. Chascomús presente
FOTÓGRAFA: Damna Pérez / Pequeña charca en el pueblo de Villalba (Madrid - España)
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