CASTIGO
Marzier camina lento hacia el
azote, la cabeza erguida, los ojos tristes, la mirada en el horizonte, la luz de un sol recién amanecido ilumina sus cabellos.
El
viento cálido de la mañana ondula la túnica ambarina que cubre su
cuerpo, va descalza, sus pies van dejando una huella imborrable en la
arena del camino, parece una virgen
aparecida.
Sonríe
a su verdugo y extiende su mano en señal de cansancio, se detienen unos
instantes y luego su destino se pone en marcha otra vez.
Llegados
al huerto se inclina en señal de oración, el
fino látigo cruza el aire y cae veloz sobre la blanca piel, el grito de
libertad se ahoga en la garganta, su lágrima se funde con el llanto de su
verdugo.
Anochece, la brisa fresca y perfumada de la tarde acaricia y besa la
herida.
Bajo una hermosa luna de plata, mujer y verdugo abrazados emprenden el regreso.
Un Dios mira y bendice desde lo alto.
Autora
Inés Gallardo Grau
Gracias Inés por tu microrrelato y muy apropiado el adorno que elegiste. Fiel colaboradora del Blog.
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