Tengo el pelo blanco
y mi piel se arruga,
me miro al espejo
y allí me envejezco.
No quiero pensar cuantos años tengo.
Me duelen los huesos
y mis pobres piernas,
ya no se resisten
largas caminatas.
Mis manos tullidas,
cuando toman cosas,
si es muy fuerte el peso
se me caen al suelo.
Mi memoria,
no sé de qué trata
y mis pobres ojos,
tienen que usar gafas.
Sin embargo miren,
raro sortilegio,
no puedo sentir
que me digan viejo.
Porque no lo soy.
tal vez mi figura
esté marchitada,
pero no mi alma
ni mis sentimientos.
Mis ganas de hacer
siguen como antaño
y a pesar de todo
no me quedo quieto.
Mi alma me manda
a seguir haciendo,
a pesar de todo……
A pesar de todos.
Si a veces decaigo
sé que es pasajero.
Mi espíritu sigue
tirándome vida,
y como no quiero
que me tengan lástima,
levanto mi frente,
supero dolores
y voy decidido
a ayudar a otro,
que quedó en camino,
pues no se dio cuenta
que mientras la vida
nos mantenga vivos,
tenemos un desafío.
Elsa Lorences de LLaneza
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