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Entre las formas de oración a la Virgen, recomendadas por el
Magisterio, están las Letanías. Estas consisten en una prolongada serie
de invocaciones dirigidas a la Virgen, que, al sucederse una a otra de
manera uniforme, crean un flujo de oración caracterizado por una
insistente alabanza-súplica.
Las invocaciones, generalmente muy breves, constan de dos
partes: la primera de alabanza (“Virgo Clemens”), la segunda de súplica
(“ora pro nobis”).
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