“Queridos hijos, con amor maternal os invito a abrir los corazones a
la paz, a abrir los corazones a mi Hijo, a que en vuestros corazones
cante el amor hacia mi Hijo, porque es solo de ese amor que llega la paz
al alma. Hijos míos, sé que tenéis bondad, sé que tenéis amor, un amor
misericordioso. Pero muchos hijos míos tienen aún los corazones
cerrados; piensan que pueden actuar sin dirigir sus pensamientos hacia
el Padre Celestial que ilumina, y hacia mi Hijo, que siempre está
nuevamente con vosotros en la Eucaristía y desea escucharos. Hijos míos,
¿por qué no le habláis? La vida de cada uno de vosotros es importante y
preciosa, porque es un don del Padre Celestial para la eternidad; por
eso, no os olvidéis nunca de darle gracias: ¡habladle! Sé, hijos míos,
que para vosotros todavía es desconocido lo que vendrá después, pero
cuando os llegue vuestro después, recibiréis todas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario