Posted: 13 Aug 2018 03:01 PM PDT
SAN MAXIMILIANO MARÍA KOLBE
SACERDOTE Y MÁRTIR
"No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos"
(Jn 15, 13).
Memoria
de san Maximiliano María (Raimundo) Kolbe, presbítero de la Orden de
los Hermanos Menores Conventuales y mártir, que fue fundador de la
Milicia de María Inmaculada. Deportado a diversos lugares de cautiverio,
finalmente, en el campo de exterminio de Oswiecim o Auschwitz, cerca de
Cracovia, en Polonia, se ofreció a los verdugos para salvar a otro
cautivo, considerando su ofrecimiento como un holocausto de caridad y un
ejemplo de fidelidad para con Dios y los hombres (1941).
Maximiliano
María Kolbe nació en Polonia el 8 de enero de 1894 en la ciudad de
Zdunska Wola, que en ese entonces se hallaba ocupada por Rusia. Fue
bautizado con el nombre de Raimundo en la iglesia parroquial.
A
los 13 años ingresó en el Seminario de los padres franciscanos en la
ciudad polaca de Lvov, la cual a su vez estaba ocupada por Austria. Fue
en el seminario donde adoptó el nombre de Maximiliano. Finaliza sus
estudios en Roma y en 1918 es ordenado sacerdote.
Devoto
de la Inmaculada Concepción, pensaba que la Iglesia debía ser militante
en su colaboración con la Gracia divina para el avance de la fe
católica. Movido por esta devoción y convicción, funda en 1917 un
movimiento llamado "La Milicia de la Inmaculada" cuyos miembros se
consagrarían a la bienaventurada Virgen María y tendrían el objetivo de
luchar mediante todos los medios moralmente válidos, por la construcción
del Reino de Dios en todo el mundo. En palabras del propio San
Maximiliano, el movimiento tendría: "una visión global de la vida
católica bajo una nueva forma, que consiste en la unión con la
Inmaculada."
Verdadero
apóstol moderno, inicia la publicación de la revista mensual "Caballero
de la Inmaculada", orientada a promover el conocimiento, el amor y el
servicio a la Virgen María en la tarea de convertir almas para Cristo.
Con una tirada de 500 ejemplares en 1922, en 1939 alcanzaría cerca del
millón de ejemplares.
En
1929 funda la primera "Ciudad de la Inmaculada" en el convento
franciscano de Niepokalanów a 40 kilómetros de Varsovia, que con el paso
del tiempo se convertiría en una ciudad consagrada a la Virgen y, en
palabras de San Maximiliano, dedicada a "conquistar todo el mundo, todas
las almas, para Cristo, para la Inmaculada, usando todos los medios
lícitos, todos los descubrimientos tecnológicos, especialmente en el
ámbito de las comunicaciones."
En
1931, después de que el Papa solicitara misioneros, se ofrece como
voluntario y viaja a Japón en donde funda una nueva ciudad de la
Inmaculada ("Mugenzai No Sono") y publica la revista "Caballero de la
Inmaculada" en japonés ("Seibo No Kishi").
En
1936 regresa a Polonia como director espiritual de Niepokalanów, y tres
años más tarde, en plena Guerra Mundial, es apresado junto con otros
frailes y enviado a campos de concentración en Alemania y Polonia. Es
liberado poco tiempo después, precisamente el día consagrado a la
Inmaculada Concepción. Es hecho prisionero nuevamente en febrero de 1941
y enviado a la prisión de Pawiak, para ser después transferido al campo
de concentración de Auschwitz, en donde a pesar de las terribles
condiciones de vida prosiguió su ministerio.
En
Auschwitz, el régimen nazi buscaba despojar a los prisioneros de toda
huella de personalidad tratándolos de manera inhumana e inpersonal, como
un simple número: a San Maximiliano le asignaron el 16670. A pesar de
todo, durante su estancia en el campo nunca le abandonaron su
generosidad y su preocupación por los demás, así como su deseo de
mantener la dignidad de sus compañeros.
La
noche del 3 de agosto de 1941, un prisionero de la misma sección a la
que estaba asignado San Maximiliano escapa; en represalia, el comandante
del campo ordena escoger a diez prisioneros al hazar para ser
ejecutados. Entre los hombres escogidos estaba el sargento Franciszek
Gajowniczek, polaco como San Maximiliano, casado y con hijos.
San
Maximiliano, que no se encontraba entre los diez prisioneros escogidos,
se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el
cambio, y San Maximiliano es condenado a morir de hambre junto con los
otros nueve prisioneros. Diez días después de su condena y al
encontrarlo todavía vivo, los nazis le administran una inyección letal
el 14 de agosto de 1941.
Es
así como San Maximiliano María Kolbe, en medio de la más terrible
adversidad, dio testimonio y ejemplo de dignidad. En 1973 Pablo VI lo
beatifica y en 1982 Juan Pablo II lo canoniza como Mártir de la Caridad.
Juan Pablo II comenta la influencia que tuvo San Maximiliano en su
vocación sacerdotal: "Surge aquí otra singular e importante dimensión de
mi vocación. Los años de la ocupación alemana en Occidente y de la
soviética en Oriente supusieron un enorme número de detenciones y
deportaciones de sacerdotes polacos hacia los campos de concentración.
Sólo en Dachau fueron internados casi tres mil. Hubo otros campos, como
por ejemplo el de Auschwitz, donde ofreció la vida por Cristo el primer
sacerdote canonizado después de la guerra, San Maximiliano María Kolbe,
el franciscano de Niepokalanów." (Don y Misterio).
San
Maximiliano nos legó su concepción de la Iglesia militante y en febril
actividad para la construcción del Reino de Dios. Actualmente siguen
vivas obras inspiradas por él, tales como: los institutos religiosos de
los frailes franciscanos de la Inmaculada, las hermanas franciscanas de
la Inmaculada, así como otros movimientos consagrados a la Inmaculada
Concepción. Pero sobretodo, San Maximiliano nos legó un maravilloso
ejemplo de amor por Dios y por los demás.
Con
motivo de los veinte años de la canonización del padre Maximiliano
Kolbe (10 de octubre de 1982), los Frailes Menores Conventuales de
Polonia abrieron el archivo de Niepokalanow (Ciudad de la Inmaculada, a
50 kilómetros de Varsovia), construido por el mismo mártir de Auschwitz.
Entre los manuscritos del santo, destaca la última carta que escribió y
que acaba con besos a su madre. Una carta que refleja una ternura que
no aparecía en otros escritos, y que hace pensar que el sacrificio con
el que ofreció la vida voluntariamente en sustitución de un condenado a
muerte fue algo que maduró a lo largo de su vida. Este es el texto del
escrito: «Querida madre, hacia finales de mayo llegué junto con un
convoy ferroviario al campo de concentración de Auschwitz. En cuanto a
mí, todo va bien, querida madre. Puedes estar tranquila por mí y por mi
salud, porque el buen Dios está en todas partes y piensa con gran amor
en todos y en todo. Será mejor que no me escribas antes de que yo te
mande otra carta porque no sé cuánto tiempo estaré aquí. Con cordiales
saludos y besos, Raimundo Kolbe».
Juan
Pablo II, un año después de su elección, en Auschwitz, dijo:
«Maximiliano Kobe hizo como Jesús, no sufrió la muerte sino que donó la
vida». La expresión remite a unas palabras escritas por el padre Kolbe
unas semanas antes de que los nazis invadieran Polonia (1 de septiembre
de 1939): «Sufrir, trabajar y morir como caballeros, no con una muerte
normal sino, por ejemplo, con una bala en la cabeza, sellando nuestro
amor a la Inmaculada, derramando como auténtico caballero la propia
sangre hasta la última gota, para apresurar la conquista del mundo
entero para Ella. No conozco nada más sublime».
Los
radioaficionados lo consideran su santo patrón, ya que San Maximiliano
durante 30 años estuvo activo con el indicativo SP3RN.
Mil gracias Susana Mirta Piñeiro de Valli por la historia de San Maximiliano, héroe y sacerdote amante de nuestra Señora. Que él interceda ante el Dios de la vida y ayude a Argentina a sus habitantes a seguir sus pasos de amor. Bendiciones.
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