SUEÑOS DE VIDA Y DE MUERTE II
En el fantástico latir de mi mente
fui una efímera mariposa de alas verdes,
fui una ave con ojos de oro y plata,
fui un valle perdido tan claro y tan silente
que mi espíritu fue el aire, en mi fantasía viviente.
Caminé por los cielos y eran témpanos helados,
por caminos de iris y fuegos del eterno,
las luces me abrazaban desde todos los flancos
y mi cuerpo era de éter, y mi meta el firmamento.
Y me quedé sin alas y volé hasta cansarme,
y mis ojos siendo ciegos vieron la luz eterna,
fui un ramillete de cansadas flores
en mi más cruel espasmo de locura,
y este sueño de fiebre llegó pronto a la meta
y desperté muy lento, y siguió la aventura
Sentí un intenso frio muy dentro de mi sangre
y mi piel eran brazas de un fuego tan doliente,
más tarde vino el miedo, el dolor y el espanto
y mis ojos se inundaban en un profuso llanto,
era la triste realidad que me tomaba
para abrirme los ojos a la vida.
En mis manos la noche, no dejó nada,
solo un triste y sediento corazón marchito,
y lo tomé con mis manos y así el pobre, se rompió,
fue una muy triste despedida, mis sueños
se apagaron a la luz y acabé sin sentir con este sueño,
sueño de vida, de amor, de muerte y de dolor.
EDUARDO MARTÍNEZ ZENDEJAS (MÉXICO)
Derechos reservados
En el fantástico latir de mi mente
fui una efímera mariposa de alas verdes,
fui una ave con ojos de oro y plata,
fui un valle perdido tan claro y tan silente
que mi espíritu fue el aire, en mi fantasía viviente.
Caminé por los cielos y eran témpanos helados,
por caminos de iris y fuegos del eterno,
las luces me abrazaban desde todos los flancos
y mi cuerpo era de éter, y mi meta el firmamento.
Y me quedé sin alas y volé hasta cansarme,
y mis ojos siendo ciegos vieron la luz eterna,
fui un ramillete de cansadas flores
en mi más cruel espasmo de locura,
y este sueño de fiebre llegó pronto a la meta
y desperté muy lento, y siguió la aventura
Sentí un intenso frio muy dentro de mi sangre
y mi piel eran brazas de un fuego tan doliente,
más tarde vino el miedo, el dolor y el espanto
y mis ojos se inundaban en un profuso llanto,
era la triste realidad que me tomaba
para abrirme los ojos a la vida.
En mis manos la noche, no dejó nada,
solo un triste y sediento corazón marchito,
y lo tomé con mis manos y así el pobre, se rompió,
fue una muy triste despedida, mis sueños
se apagaron a la luz y acabé sin sentir con este sueño,
sueño de vida, de amor, de muerte y de dolor.
EDUARDO MARTÍNEZ ZENDEJAS (MÉXICO)
Derechos reservados
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