LA BARCA
Siendo muy
pequeña, alguien que mucho me amaba dándome el bautismo, me subió a la Barca, y
suavemente me dijo al oído, rema con fuerza mar adentro hija mía, que en la
otra orilla Dios te espera con amor para darte el paraíso.
Subí a la
Barca y viví experiencias, muchas positivas, otras dolorosas, de estas últimas aprendí a perdonar, y dejar a Dios que juzgue
en su infinita misericordia.
A veces una
suave brisa nos alentaba a surcar los mares haciendo camino, otras en tiempos
de borrasca, fuertes vientos quisieron hundirnos, miré al costado y vi a mi
esposo, y muchos hermanos en la fe en Cristo, que codo a codo remaban conmigo,
como simples grumetes seguimos remando, tirando las redes cuantas veces
pudimos.
El Espíritu
Santo nos animaba en esta tarea que libremente
elegimos y deseamos con ansias llegar a la orilla, abrazar al Padre,
también a María y a su amado Hijo.
Agradezco al
Señor que nos bendijo en cada sacerdote que tomando el timón, en total entrega,
vive con abnegación y coherencia de vida su fe en Jesucristo, proclamando su
Palabra en cada Eucaristía, conduciendo a las almas al puerto de la felicidad
que no termina.
Por eso te
digo, si estás en la Barca, no tires los remos, que vale la pena todo el sacrificio, no tienes
idea del tesoro inmenso que Dios nos reserva con todo cariño,
a sus hijos que fielmente quisimos seguirlo.
Raquel Olay de
Leanza
Mayo 2011
“Refugio del silencio y la Palabra”
Un poema que emociona Raquel. Sí, tienes
razón
no debemos tirar los remos, los necesitamos
parara seguir navegando. Bendiciones y gracias.
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