Estar alegres.
Si queremos estar alegres tenemos que ser amigos del Espíritu Santo, pues Él es la fuente de la alegría.
Si
somos amigos del Espíritu Santo entonces viviremos siempre alegres a
pesar de las pruebas y contrariedades de la vida, porque el Espíritu de
Dios nos asegura que estamos salvados, que hemos sido rescatados del
Mal, y que nos espera el Cielo bendito para siempre.
Muchas
veces la causa de nuestra tristeza es que nos olvidamos de pensar en el
Cielo, que es nuestra Patria definitiva, y así como que quedamos
atrapados en esta cárcel de la tierra, olvidándonos que no es este mundo
nuestro lugar definitivo, sino el Paraíso.
También
los discípulos necesitaron de la Transfiguración del Señor para
enfrentar las penalidades de la vida, y por eso Jesús se manifestó
delante de ellos como Luz y Alegría, de modo que el mismo San Pedro
quería quedarse siempre en ese lugar y en ese estado.
Nosotros
podemos vivir alegres y felices porque Dios nos ha redimido, y ahora
tenemos esperanza de Cielo, de modo que sabemos por la fe que todo lo de
aquí abajo es pasajero, y contemplando el fin al que estamos llamados,
que es el gozo eterno, se nos hace llevadero y agradable el camino.
Vayamos
al encuentro del Espíritu Santo donde Él se manifieste, tanto en los
sacramentos, como en las misas de sanación y liberación, yendo al
sagrario, donde está Jesús Sacramentado junto al Espíritu de Dios. Si
hacemos así, entonces el Espíritu divino nos colmará con sus sagrados
dones, cuyos frutos son la paz y la alegría.
No
busquemos la alegría fuera de Dios, porque el secreto de vivir siempre
alegres es tener a Dios en el alma, y darnos cuenta de que Le tenemos
con nosotros, pues ya Santa Teresa ha dicho que quien tiene a Dios, lo
tiene todo.
Al
ver tantos males en el mundo no nos dejemos entristecer, porque Dios
gobierna el mundo, y el triunfo final será del Bien y la Verdad. Si Dios
permite algo es porque tiene sus razones altísimas que comprenderemos
con el tiempo o en la eternidad, pero no nos dejemos descorazonar por
las cosas que pasan, sino invoquemos al Espíritu Santo y vivamos en el
Paraíso ya desde la tierra, pues el Apóstol dice que debemos vivir como
hombres nuevos, como resucitados, muertos para el mundo y vivos para
Dios.
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Mil gracias Bosquin Ortega. Te estoy buscando y no logro dar contigo. Tus e-mails me regresan. Quiero saber de tí. Bendiciones.
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