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Mons. Aguer participó del dolor de los católicos por actos sacrílegos
Martes 9 May 2017 | 08:04 am
La Plata (Buenos Aires) (AICA):
El arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, ocupó la columna
editorial del programa televisivo ¨Claves por un Mundo Mejor¨ de este
sábado 6 de mayo, para expresar su dolor y el de los católicos platenses
por dos graves atentados sacrílegos sufridos en una parroquia de la
localidad de City Bell, perteneciente a la arquidiócesis de La Plata.
El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer,
ocupó la columna editorial del programa televisivo "Claves por un Mundo
Mejor" de este sábado 6 de mayo, para expresar su dolor y el de los
católicos platenses por dos graves atentados sacrílegos sufridos en una
parroquia de la localidad de City Bell, perteneciente a la arquidiócesis
de La Plata.
“En varias parroquias de la arquidiócesis de La Plata -comenzó explicando el arzobispo- se practica la adoración permanente del Santísimo Sacramento. En esos lugares se ha preparado una capilla especial ya sea dentro del templo o muy cerca de él y se cubren los turnos las 24 horas del día. Hoy quiero hablar de algo especial: de dos sacrilegios que han ocurrido en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, en City Bell, donde existe precisamente esta Adoración Perpetua y con mucho fervor.
“Los hechos fueron así: el 10 de marzo, a eso de las tres y media de la tarde, dos motochorros entraron allí, con una maza rompieron el blindex que protege la Custodia y se llevaron esa Custodia con el Santísimo Sacramento. La Custodia apareció días después hecha pedazos, tirada por allí pero la hostia consagrada no apareció. Tal vez los ladrones pensaron que la Custodia era de oro pero nuestras custodias no son de oro sino que son de chapa dorada. Luego el 18 de abril, que era la octava de Pascua, a las diez de la mañana, también había gente adorando y entró un grupo de cinco personas, parecía un grupo comando, quienes venían en una camioneta y mejor preparados que los primeros, no venían con una maza sino que con instrumentos especiales rompieron el blindex que había sido repuesto, se llevaron la Custodia, que también había sido repuesta, con el Santísimo Sacramento”.
“Este segundo caso llama mucho la atención porque fue como un grupo comando. ¿A qué pertenecía? ¿Qué tiene que ver con cosas que están ocurriendo en la sociedad bonaerense? No lo sabemos. Por supuesto que se han hecho las denuncias correspondientes”.
“Lo que quiero subrayar es el hecho del sacrilegio. Lo más santo que tiene la Iglesia es la presencia real de Jesucristo en el Sacramento del Altar. Me pregunto si esas personas conocían eso o no. ¿Tenían fe? Seguramente no. Por eso aquí hay una cuestión muy seria y es que ni siquiera podemos adorar al Santísimo Sacramento en paz. Es casi una cuestión de libertad religiosa podríamos decir. Esto yo lo asocio con el fenómeno de la violencia que envuelve a la sociedad argentina. Muchos vecinos de City Bell sufren todos los días situaciones de violencia”.
“Esto nos lleva a todos a reflexionar sobre la gravedad del sacrilegio y sobre la necesidad de adorar al Señor y de reparar, de alguna manera, estas ofensas. Por eso, los invito a redescubrir el sentido de la adoración al Señor, aun donde no haya una capilla de la Adoración Perpetua porque el sagrario, en cualquier templo, contiene siempre la presencia de Jesús y el entrar a una iglesia, el quedarnos frente del sagrario, el adorar, el pedirle perdón por los pecados del mundo, el exponerle lo que sentimos, el afecto de nuestro corazón, presentarle nuestras necesidades y nuestras súplicas. Todo eso es fundamental”.
“Por supuesto que no hay que olvidar la celebración eucarística, la misa, que es de donde sale, en la consagración, el Cuerpo del Señor que se hace presente de un modo permanente en el sagrario, y que está reclamando nuestra atención, nuestra adoración”.
“He querido comentarles esto que ha ocurrido en la arquidiócesis de La Plata, más allá de las denuncias judiciales que se han hecho y no sé qué efecto tendrán, porque me parece que es gravísimo el sacrilegio como una cosa pública. Además, piensen en las personas que estaban allí adorando y que quedaron aterrorizadas, aunque por suerte nadie sufrió daño. El daño mayor lo han inferido a la Iglesia porque se han robado el Santísimo Sacramento y uno no sabe qué habrán hecho con Él, tal vez lo han tirado por ahí”.
“Comparto esto con ustedes -concluyó monseñor Aguer- para que participen del dolor que nosotros sentimos y, al mismo tiempo, para que reflexionen que Jesús está presente continuamente en el sagrario, esperando que vayamos allí, que hablemos con Él, que estemos un rato con Él. Si logro con esto que ustedes se conmuevan un poco me sentiré ampliamente pagado y de ese asunto que envuelve a toda la sociedad que es la violencia les voy a hablar la semana próxima”.+
O Señor, si te es posible por tu gran Misericordia perdónalos y perdónanos. No permitas que sigan sucediendo estos hechos de violencia sobre tu persona. Amén.
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