Nuestra querida amiga Damna Pérez que se encuentra viviendo en Asturias- España me contó ayer que estaba lloviendo Calima o sea agua con barro. Intrigados porque nunca habíamos oído esa palabra mi esposo Manuel Llaneza buscó por Google esta definición, la cual ya me había contado Damna.
Me pareció sumamente interesante y lo agrego al blog como curiosidad porque me imagino que no todos conocen este problema.
Mil gracias Damna por tu comentario. Mil gracias Manuel por haberte tomado el trabajo de compartirlo. Bendiciones.
La calima, procedente del Sahara,
tiene implicaciones tanto en enfermedades respiratorias como en el estudio de
la atmósfera o el cambio climático. La ciencia no le quita ojo a estos
fenómenos.
Hace unos días, los informativos mostraban impactantes imágenes de
las Islas Canarias cubiertas de nieve. Hoy, los cielos de la península ibérica
están cubiertos de polvo. No, no son fenómenos independientes. Todo está
conectado.
La calima, producida por una tormenta de polvo en el Sahara que a veces
llega a nuestras latitudes, es un fenómeno "bastante variable, depende de
la circulación atmosférica y siempre los ha habido", dice a EL ESPAÑOL Ana
Casals, portavoz de la Agencia Española de Meteorología. "Esta vez fue por
la borrasca que teníamos sobre Canarias, el aire giraba ciclónicamente y ha
atraído todo el polvo hacia la península, Baleares, sur de Francia e
Italia".
Esta misma mañana, el cuerpo de bomberos del Valle de Nuria, en el Pirineo
Oriental, compartía una imagen de la nieve de este enclave gerundense cubierta
de polvo sahariano.
La agencia estudia muy de cerca el polvo en la atmósfera, tanto desde
el Barcelona Dust Forecast Center, que
predice con modelos matemáticos el comportamiento de estas tormentas de arena,
como desde el Centro de Investigación Atmosférica de Izaña,
que lleva tres décadas midiendo la cantidad de polvo que cruza el cielo sobre
esta montaña tinerfeña homónima, situada a 2.400 metros sobre el nivel del mar.
Las aplicaciones de mediciones de este tipo, explica Casals, son importantes
ya que afectan a la visibilidad, a las horas de sol, a las temperaturas o a
diversas enfermedades, "y no sólo respiratorias, sino todas las que pueden
trasmitirse a través del polvo". Algunos ejemplos de esto -aunque no
aplicables a España- son la transmisión de ciertos hongos o patógenos que
causan la Fiebre
del Valle o la enfermedad
de Kawasaki.
Paradójicamente, el observatorio tinerfeño
de alta montaña que investiga fenómenos como esta tormenta de polvo sigue
aislado por la propia borrasca de nieve que ha provocado que la calima llegue a
la península, según confirmaba esta mañana a este periódico una empleada del
centro.
Un fenómeno
crucial para el clima
Casi al nivel del mar, en Santa Cruz, el investigador Sergio Rodríguez
explica a EL ESPAÑOL que episodios
como éste, en los que una capa de aire sahariano llega a Europa continental
"son una anomalía, ya que más del 90% del polvo que se genera en el norte
de África va hacia el Atlántico, porque a esas latitudes subtropicales, y por
encima de los mil metros, el aire fluye de África a América".
Desde su privilegiada posición para estudiar las calimas, Rodríguez y sus
compañeros en Izaña desarrollan un programa de observación del polvo que
en agosto cumplirá 30 años. Es el tercero más longevo del planeta, tras
los que se llevan a cabo en Barbados y Miami, ambos en el Caribe.
Entre sus principales hallazgos está
haber descubierto que "lo que hace que salga más polvo hacia el Atlántico
de un verano a otro es la intensidad del dipolo norte africano, es decir, la
diferencia entre las altas presiones en Argelia y las bajas en el monzón
tropical", explica Rodríguez. "Cuando ese dipolo es intenso, los
vientos alisios sobre el Sahara soplan con más intensidad y levantan más
polvo hacia el Atlántico".
A efectos del polvo, el
norte de África se divide en dos desiertos, el Sáhara y el Sahel. Mientras el
primero es hiperárido y recibe menos de 200 milímetros de lluvia al año, el
Sahel recibe precipitaciones estacionales. Esta diferencia de
presiones en la atmósfera ayuda a desplazar el polvo que los vientos
alisios levantan en el Sáhara.
¿Más calima en el futuro?
Con respecto a la frecuencia de estos fenómenos que ahora padece la
península, los investigadores no han detectado una tendencia creciente o
decreciente, por la sencilla explicación de que "los aerosoles, entre los
que se encuentra el polvo, tienen un tiempo de permanencia muy corto",
explica el canario, "los gases de efecto invernadero pueden estar décadas
en la atmósfera, el polvo apenas 10 ó 12 días".
Un factor distinto está
en el cambio climático, algo que según diversos estudios -incluido el informe
del IPCC de 2013- está desplazando los trópicos hacia latitudes mayores, al
norte y al sur. "Esto implicaría que los desiertos subtropicales se
desplazarían también hacia el norte, lo que explicaría la desertificación del
sur de la península", dice Rodríguez. Así, se espera que en próximas
décadas el clima en Andalucía o el sur de Castilla La Mancha se vaya asimilando
cada vez más al de Marruecos, lo que haría más plausible que este tipo de
fenómenos fueran cada vez más frecuentes en la España continental.
Los lectores más frioleros habrán reparado también en que este episodio de
polvo africano sobre nuestro país ha venido acompañado de una bajada de
temperaturas y alguna que otra nevada. De nuevo, no es completamente casual, ya
que una de las características de las calimas es que tienen, según este
experto, "un efecto opuesto al de los gases de efecto invernadero, porque
al estar suspendido en la atmósfera, las partículas de polvo actúan como
pequeños espejitos que aumentan el albedo", es decir, la cantidad de
energía solar que es reflejada y devuelta al espacio.
Además, el polvo sirve
como núcleo de formación de nubes de hielo y el que cae sobre el mar, al
contener hierro, sirve de fertilizante aumentando la cantidad de plancton allá
donde cae. "La cantidad de polvo atmosférico tiene muchas implicaciones, pero
aún no sabemos en qué dirección, es algo que la ciencia está estudiando",
añade el científico atmosférico.
Pero quizá, lo
que más le sorprenda saber es que, sin esa borrasca canaria, el polvo que ahora
sobrevuela nuestras cabezas estaría depositándose, de forma natural, en la
selva amazónica.
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