Dulce emoción es sentir
que Dios nunca te abandona,
y saber que aún distante
Él jamás te deja solo.
Deo Gratias, la voz del alma
es amor de hermandad personificada,
abrazador resplandor espiritual
y silencio profundo de armonías.
Los sentidos, las formas,
los colores, se aúnan en latidos.
Sediento en el umbral, levanto
mis ojos, y verte Señor es vida.
En dimensiones sin medida,
con amor y fe elijo:
ser en infinitud de Cristo,
y no esclavo de la carne que es finita.
Miguel Ángel Migliarini
San Nicolás de los Arroyos, abril del 2015.-
Muy bueno Miguel, como todo lo que tu haces. Mil gracias.
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