María, Madre de Jesús y Madre nuestra,
te veo exultante cantando
“el Señor ha hecho grandes cosas en mi”.
Dios te eligió para madre de su Hijo unigénito,
con alegría y temor dijiste SI.
Te presentas junto a José,
con el niño en el Templo.
Allí Simón te hace saber que sufrirías,
“una espada traspasará tu corazón”
¿Qué pensarías en ese momento?
¿sabías acaso que un día estarías junto a la cruz?
No sé qué pensaste, pero te veo imperturbable
junto a la cruz de Jesús,
Tan entera y allí recibes una misión universal
y tu dolor personal te hará participe
en todos los sufrimientos del mundo.
Enséñanos, Madre a identificarnos con tu Hijo,
con sus dolores y con los dolores del mundo;
a ser como tú, que la gracia del Espíritu Santo
nos haga intrépidos, que invoquemos al Padre
en el nombre de Jesús sobre nosotros,
sobre el mundo, para que se alcance la paz
AMEN
Aída
Martha Castelan
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