LA ÚLTIMA CENA
El
aire fresco y el murmullo de los vendedores ambulantes entraban por la
ventana entreabierta, la habitación ya estaba dispuesta esperando a los
hombres para su última cena juntos en casa de Simón.
La lámpara de aceite quedó encendida iluminando y perfumando el lugar.
Al
caer la tarde, lentamente como sombras comenzaron a sentarse los recién
llegados, se miraban con ternura sin hablarse alguien muy amado los
unía.
Él
entró abrazado a Santiago, su túnica blanca caía hasta el suelo y
resaltaba su hermosa figura, su cabello oscuro se apoyaba en sus hombros
con suavidad, sus ojos no podría describirlos eran de un color ámbar
bellísimo, profundos, con una luz que encandilaba a quien lo miraba, me detuve en sus manos, invitaban al consuelo y a la caricia.
El
perfume que María de Betania derramó sobre sus pies perfumaron el
aire, y Su rostro se entregó al placer del encuentro amoroso de sus
almas, debería haberse detenido el tiempo en ese instante, no habrá otro igual en muchos siglos
Su voz era pausada armoniosa, embriagadora, sus palabras nos envolvían en un arrullo amoroso.
Mientras
compartían el vino se los veía felices, su sonrisa era transparente como
la de un niño, al verlo sonreír mi corazón se agitaba de felicidad.
Me senté a Su lado compartimos el
vino, sueños, esperanzas, más allá de nuestras vidas.
Todos
los allí presentes nos unimos en un abrazo amoroso, hubiéramos querido
permanecer así abrigados por ese amor tan poderoso que nos enlazaba.
Ha
pasado mucho tiempo desde aquella noche sagrada, lo recuerdo como si
estuviera a mi lado, siento Su perfume, Su presencia consoladora, Su abrazo
suave infinito, Su mirada protectora cálida como un beso.
Jamás! ni en muchas vidas mi corazón dejará de pertenecerle, vivirá dentro mío hasta el fin de los tiempos.
Autora
Inés Gallardo Grau
Como siempre Inés, no se como agradecerte. Besos
DISEÑO: Inés Gallardo Grau
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