Milagro son tus ojos
y tu paz de niño.
Regalo del cielo, de Dios,
tu presencia, tu palabra, tu voz.
Quietud de mi alma,
que implorante pedía a la vida
oleadas de calma y de amor.
Llegaste derramando
travesuras, risas, emoción.
Mi hogar es dichoso
al oír tu canción,
tu paso apresurado
y tu andar juguetón.
¡Qué inocencia hay en tus ojos
y cuánta bondad en tu corazón!
¡Qué dicha el tenerte!
Emanuel, ¡bendito sea Dios!
Mío, ¡mío!
mi niño querido
tan buscado y amado,
regalo que Dios me dió.
Elsita Solari
Gracias Elsita por tu tierno poema
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