Mi niña mujer
Me miré en tus ojos y aún dormías…
Me miré en lo profundo de tu alma pura.
Me miré en tus manos, que sentí tan mías,
te miré… y murieron mis penas oscuras.
Me miré en tus ojos, que cerraba el sueño
porque, aún cerrados, ven más que los míos.
Me miré en tus alas, que no tienen dueño
y mis días de invierno ya no fueron fríos.
Tu niñez se escapa de tus manos blancas
pero la inocencia aún no te abandona,
por eso tus pupilas, que aún están cerradas
me permiten ver lo que las mías no logran.
Te miré en silencio, te miré dormida…
Te ví convertirte de niña en mujer.
Tan solo con verte, me alargas la vida
y me enciendes el cielo… mi María José.
Me miré en tus ojos y aún dormías…
Me miré en lo profundo de tu alma pura.
Me miré en tus manos, que sentí tan mías,
te miré… y murieron mis penas oscuras.
Me miré en tus ojos, que cerraba el sueño
porque, aún cerrados, ven más que los míos.
Me miré en tus alas, que no tienen dueño
y mis días de invierno ya no fueron fríos.
Tu niñez se escapa de tus manos blancas
pero la inocencia aún no te abandona,
por eso tus pupilas, que aún están cerradas
me permiten ver lo que las mías no logran.
Te miré en silencio, te miré dormida…
Te ví convertirte de niña en mujer.
Tan solo con verte, me alargas la vida
y me enciendes el cielo… mi María José.
María Cristina Martínez
¡Cuánto nos pueden las hijas! ¿Verdad María Cristina? Hermoso poema. Gracias por empezar a compartir con el Blog. Bendiciones. Elsa.
Mis 5 hijas son la luz de mis ojos, Elsa! Muchas gracias por publicar mi poema!María Cristina-
ResponderEliminarMe encantó este poema a la hija. Es lo que todas las madres sentimos por nuestros hijos.El arte del poeta es saber encontrar las palabras justas para decirlo. Un abrazo. Sarah
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Sarah!
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