Algún
día ya hace tantos años me preguntaron ¿Qué es el dolor?
Y no
supe que responder, me preguntaron ¿que es la vida?
Y en
silencio se quedaron las paredes, me preguntaron por EL,
y en ese
instante supe que yo, irremediablemente, no lo conocía.
Caí en
la cuenta de que con EL, nada
espiritual nos unía,
llegue a
la conclusión de que el mar era más profundo
que en
mis sueños de niño, y caí por fin en la cuenta
que
todas mis lágrimas, jamás podrán pagar
las
cuentas de mi sino.
Supe sin
fallo que en mi breve vida, jamás podría alcanzar la felicidad,
y supe
además que hubo algunos, que respondieron a mis preguntas,
fueron
ellos, los que creían conocer cada pasaje de mi alma viajera,
y se
estrellaron sus palabras en un duro muro
de cristal,
que hace
ya tiempo he colocado, para mi frágil alma cobijar.
Y nada
de lo que respondieron me describía,
y nada
de lo que dijeron convencidos en su fe,
pudo
dibujar eso que yo sentía, nunca entendieron
la
simpleza de mi alma, y la enorme tristeza de mi ser;
¿Sabrán
ellos acaso el por qué, ya hace tantos años
Deambulo
preso, en este cuerpo ajeno.
Y el por
qué ya hace tantos años que vivo,
en una
ciudad extraña, y duermo y sueño,
que la
vida fluye, mas allá de mis costados.
¿Dónde
estoy , es acaso mi tiempo un laberinto?
O mi
vida se debía reducir a contemplar
siempre
tan de lejos la felicidad.
Mas,
convencido voy de que hay otros hilos
que
gobiernan mi alma, y otras agujas
que en
forma irreversible siguen urdiendo mi sino,
y sin
embargo yo, yo me revelo a esto,
porque
siempre he soñado ser yo, quien gobierne
el
carrete de hilo que sea la guía de mi camino,
y con
el, sea capaz de recorrer, los extensos
recovecos
de mi propio laberinto, y solo,
con una
finalidad, tan solo con una ilusión,
la de
verme cara a cara, con el sol.
Eduardo Martínez Zendejas
Mil gracias Eduardo. Ojalá se haga realidad tu ilusión.
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