HERMANA MUERTE
Una vez más y en silencio pronta llegaste a
mi lado
y con tu sonrisa serena, lo arropaste en el
sudario,
cumpliste así tu misión y yo quedé
meditando,
¿Señor, cual es mi función? Si en el
momento planeado
lenta se extingue la vida, si así tú lo has
señalado.
Ella acude y me sonríe cumpliendo con su
mandato,
y ágil extingue la vida, si, la que yo
estaba cuidando,
fui médico y me enseñaste que la vida es mi
ideal,
mas nunca supe de cierto, que mi labor
escondía
enfrentarme día con día, a tú ángel de
bondad.
Un ángel blanco que llega a la cama del
doliente
y extingue todos los males, con un amor
elocuente,
y así impide que el dolor distorsione en
ese cuerpo
la pauta que tu le diste, hacer del amor el
tiempo,
hacer del tiempo la calma y hacer, de la
vida un juego.
Mi hermana blanca, la muerte, compañera
eterna es,
para todos los que sueñan al dolor poder
vencer,
o solo paliar una pena dando al hermano
placer,
cuando yo acudo al camastro donde se encela
el dolor,
ella acaricia mi cara al terminar su labor.
Lo hace sutil, con los vuelos de su vestido
de amor,
si ella cumple su misión se aleja lento y
en paz,
con la mirada perdida para dejar muy atrás
el dolor de los que quedan, cuando una vida
se va,
hoy, una vez más, llegaste junto al
camastro,
en el que yo me esmeraba por controlar al
muchacho,
tú me miraste con prisa, con la mirada
perdida,
diste al enfermo tu paz, y de momento te
miro
acariciando su frente, la del hermano y
paciente,
Y el dolor de sus facciones trocó a sonrisa
perenne,
y caminando muy lento lo llevaste de tu
lado,
perdiéndote en la espesura de un bello
fulgor, muy blanco;
por hoy, pedí hermana muerte, en esta
batalla, has ganado.
Eduardo Martínez Zendejas
Muy bueno tu poema Eduardo. Felices Fiestas.
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