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La
historia de la conversión de San Pablo en el camino a Damasco es
maravillosa, plena del milagro que golpea y cambia una vida. Pero hay un
aspecto que resaltamos en esta meditación, y tiene que ver con que
Saulo de Tarso, el que luego fuera Pablo, pensó que perseguía a los
seguidores rebeldes de un hombre ya muerto. Jamás imaginó que
haciéndolo, perseguía en realidad mismo a Dios, su Dios, que era ese
Hombre Resucitado, Jesucristo Rey del Universo.
Hoy
pasa igual, mucha gente persigue a los hombres o las ideas que
proclaman los seguidores de ese mismo Jesús, pensando que no hacen mal
alguno. Tremendo error. Persiguen y se enfrentan a Dios mismo. Ese
misterio se desgrana del encuentro de Saulo con Jesús Resucitado allá en
el camino a Damasco.
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