MADRE DE LA PATRIA
Vivía en un rancho, afuera de Buenos Aires,
mendiga, solitaria, con sus ochenta y un años.
Salía, encorvada, bajo el peso de su carga de pasteles y tortas fritas,
todas las madrugadas, paso lento y lerdo, para llegar con el alba
a la Plaza de la Victoria y vender en los atrios
de San Francisco, Santo Domingo y San Ignacio.
Sin instrucción militar,
resistió a la Segunda Invasión Inglesa,
en la división de Tercios de Andaluces,
socorrió en la campaña de Barracas y en los corrales de Miserere.
Sargento Mayor en el ejército del Norte, bajo el orden
de Manuel José Joaquín del Sagrado Corazón de Jesús Belgrano,
única mujer que aceptó el General en su ejército.
Libró lucha en Huaqui, Salta, Tucumán, Vilcapugio y Ayohuma.
Contempló morir, en el campo de batalla de Huaquí,
a su esposo, su hijo y otro, adoptado.
Auxilio a los heridos, en su condición de soldado y enfermera.
Ayudó a la fuga de varios oficiales, capturada por los realistas:
azotada, nueve días con cicatrices indelebles.
“Siete veces en capilla y seis heridas de bala”, según su palabra.
Escapó a los maturrangos y alistó en las huestes de Guemes y Arenales.
A los sesenta años, en 1826, pidió una pensión de 30 pesos, sin retroactivos:
Para entonces, una lavandera cobraba 20, el gobernador 660,
la libra de aceite, rondaba el 1,45; la libra de carne, 2 y la libra de yerba 0,70.
La burocracia de su época y la indiferencia de los diputados
le otorgaron una pensión de 1$, por jornada.
Juan José Viamonte (combatió junto a ella, la encontró mendicante y la llevó a la luz pública), Eustaquio Díaz Vélez, Hipólito Videla, Manuel Ramírez y Bernardo de Anzoátegui, reconocieron su valentía, entrega y sacrificio,
silenciosos, por amor a la emancipación.
Exigieron la pensión por viudez y ofrenda de su progenie:
dilatada, fue de corto alcance a su necesidades y en el ocaso de su existencia.
Niña de Ayohuma, pionera de las hijas de Florencia Nigtinghale,
recogió heridos y muertos en Tucumán y Salta:
el General reconoció su valentía y arrojo:
los combatientes le decían La Capitana.
Falleció con el apellido Rosas, en gratitud a Don Juan Manuel de Rosas,
que años después, le fijó una pensión en 216, y le otorgó el cargo de Sargento Mayor
María Remedios del Valle, negra parda, esclava afroargentina:
Madre de la Patria ¡Presente!
Bosco Ortega
9 de Julio de 2021
Balvanera
Cuán poco conocemos de esta Patriota Bosco. Gracias por compartir tus conocimientos. Bendiciones.
Elsa Lorences de Llaneza.
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