MI SUEÑO
Ayer tuve un sueño de feliz encanto,
Un sueño de arlequines de alabastro
Y un cielo, que remonta a los confines
Siendo asi, concebido con descaro.
Soñé al convertirme en ente alado,
flotar por las llanuras de los cielos,
sembradas todas ellas, palmo a palmo,
por nubes de tisú, de estrellas,
y de azul terciopelo encantado.
Soñé que poseía dos grandes alas
cual si fueran paletas de molino,
movidas por el viento sin recato,
rompiendo el argumento del destino.
Soñé y soñé, que era un ser tan libre
que la brisa al rosarme por la cara,
acariciando tenue la ilusión perenne,
de no volver jamás a esta mi casa
y permanecer, flotando entre las luces
flotando entre la nada.
Soñé en un horizonte de alhelíes,
y en el rosa nacarado de tu espalda,
soñé que la vida era muy bella, así,
con tanta libertad en contacto con mi cara,
y desperté llorando sin remedio
cuando en el tibio lecho comprendí,
que el tan lejano cielo no es mi casa,
que por él, tan solo las aves se deslizan
y ese es su océano azul, y de ellas es la casa.
Que vivo atado al miserable suelo,
y ese azul es para mí, solo un anhelo,
Y ha de quedar para siempre en mi recuerdo
como un sueño feliz, que vuelve al corazón,
¡Blanca ave en vuelo!
Eduardo Martínez Zendejas
Ayer tuve un sueño de feliz encanto,
Un sueño de arlequines de alabastro
Y un cielo, que remonta a los confines
Siendo asi, concebido con descaro.
Soñé al convertirme en ente alado,
flotar por las llanuras de los cielos,
sembradas todas ellas, palmo a palmo,
por nubes de tisú, de estrellas,
y de azul terciopelo encantado.
Soñé que poseía dos grandes alas
cual si fueran paletas de molino,
movidas por el viento sin recato,
rompiendo el argumento del destino.
Soñé y soñé, que era un ser tan libre
que la brisa al rosarme por la cara,
acariciando tenue la ilusión perenne,
de no volver jamás a esta mi casa
y permanecer, flotando entre las luces
flotando entre la nada.
Soñé en un horizonte de alhelíes,
y en el rosa nacarado de tu espalda,
soñé que la vida era muy bella, así,
con tanta libertad en contacto con mi cara,
y desperté llorando sin remedio
cuando en el tibio lecho comprendí,
que el tan lejano cielo no es mi casa,
que por él, tan solo las aves se deslizan
y ese es su océano azul, y de ellas es la casa.
Que vivo atado al miserable suelo,
y ese azul es para mí, solo un anhelo,
Y ha de quedar para siempre en mi recuerdo
como un sueño feliz, que vuelve al corazón,
¡Blanca ave en vuelo!
Eduardo Martínez Zendejas
México.
Reproduccion y copia permitida a pesonas selectas (Elsa Lorences)
Reproduccion y copia permitida a pesonas selectas (Elsa Lorences)
Mil gracias mi querido amigo por permitirme subir tu poema al Blog que queda engalanado con él. Bendiciones. Elsa.
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