Paradoja
Aprendí a convivir con vos.
Nunca fuiste de mi agrado,
nunca te quise ni te imaginé a mi lado,
muchas veces me alcanzaste, pero sin prevalecer.
Retornaste… y con tanta intensidad que lograste
dominarme.
Sos el
látigo que flagela,
el que no permite elección.
Sos el máximo adiestrador,
el mentor de la paradoja, porque quisiera
abandonarte.
Pero caminando junto vos, siendo tu prisionera,
me acercaste a la libertad.
Me sacaste de la jaula,
ahora no tengo barrotes
puedo saltar
la barrera fronteriza de la ilusión.
¡Me hacés tan fuerte! ¡ tan reverencial!
me apartás del derroche inútil de las necesidades
vanas,
de todo lo insustancial,
del ruido, del movimiento continuo, de la visión
del futuro incierto.
Caminando con vos, saco lo mejor de mí misma
para amar y dar, hoy.
Me hacés más noble, más sabia, más adaptable.
Nunca te quise.
Nunca te imaginé, eras algo irreal.
Crudo, descarnado, desagradable y cruel
nadie te puede querer.
Pero ahora que convivo con vos
Apareció también la grandeza.
Exaltar, glorificar, sublimar la existencia
sintiéndome cada día más cerca de Dios.
Por eso te digo
¡Qué paradójico que sos dolor!
María Marta Spindler
Para los que sabemos del dolor continuo es excelente. Es así lo que sentimos. Mil gracias María Marta. Te felicito. Bendiciones.
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