Forma
con la Purificación de María uno de los episodios del Evangelio
de la infancia en San Lucas (2, 22-38). Se trata de dos prescripciones
de la Ley mosaica que solían cumplirse simultáneamente y que José
y María también observaban (Lev 12,1-4 ; 8).
El evangelista refiere que dos ancianos presentes en la ceremonia, Simeón y Ana, intervinieron para dar testimonio de la mesianidad del Niño y de la suerte futura que le esperaba a su Madre.
El evangelista refiere que dos ancianos presentes en la ceremonia, Simeón y Ana, intervinieron para dar testimonio de la mesianidad del Niño y de la suerte futura que le esperaba a su Madre.
El
acontecimiento se celebra en la liturgia el día 2 de febrero, con
una fiesta que es al mismo tiempo de María y del Señor; durante
mucho años se ha llamado Fiesta de la Purificación de la Virgen,
y en el calendario litúrgico publicado en 1969 recibe el nombre
de Presentación del Señor.
Jesús, José y María os doy mi corazón y el alma mía. AMÉN.
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