viernes, 17 de marzo de 2017

REFLEXIÓN: P. Stefano Cartabia OMI. (Uruguay) LA FELICIDAD EN 4 SEGUNDOS

Tal vez la única pregunta sensata es la siguiente: ¿Se puede ser feliz cuando cada 4 segundos en el mundo muere un niño por desnutrición o enfermedad curable?
El sitio internet www.globalissues.org (en inglés) se ocupa de los problemas mundiales que afectan a todos. Y nos recuerda cada día esta silenciosa matanza: mueren cada día alrededor de 21.000 niños.

Reitero la pregunta: ¿Se puede ser feliz cuando cada 4 segundos en el mundo muere un niño por desnutrición o enfermedad curable?

Es la única pregunta sensata porque nos enfrenta a la persistente paradoja de la vida: el infinito anhelo de felicidad del corazón humano y la experiencia a menudo terrible del mal y del dolor.
¿Tengo derecho a la felicidad cuando tantos seres humanos como yo sufren las terribles consecuencias del egoísmo y la codicia de otros tantos seres humanos también como yo?
Obviamente estamos hablando del dolor fruto del egoísmo humano y no del dolor “normal” típico de nuestra condición humana.

En mi experiencia en realidad es una pregunta que no tiene respuesta definitiva. Es una pregunta que tendría que quedar siempre ahí, pegada en la heladera, con caracteres grandes.
No para angustiarnos, sino para cuestionar nuestras comodidades, nuestras quejas, nuestras distorsionadas ideas de felicidad.
¿Puedo ser feliz cuando un niño muere cada 4 segundos por la codicia humana?
Puedo y debo si. A dos condiciones: soportar la angustia de la pregunta y saber morir con cada niño que muere.
Puedo y debo ser feliz: estamos hechos para eso. El corazón humano está hecho para la plenitud de vida. Ser feliz, vivir desde la paz que somos, es también la mejor manera para ofrecer luz al mundo y poder transformar las situaciones de dolor.
“Debo” ser feliz justamente para que todos lo sean. Enfrentar mis miedos y mi dolor es la manera más efectiva para ayudar a los demás.

Podemos leer así también la opción de Jesús por los pobres que fue tomada con radicalidad por la teología de la liberación latinoamericana: optar por los pobres y estar cerca de los pobres no significa amar la pobreza y engendrar más pobres, sino justamente lo opuesto: optamos por los pobres para que haya menos y para crecer en justicia, solidaridad y dignidad.

El primero de los cuatro votos del budismo afirma: “Por numerosos que sean los seres sensibles hago el voto de salvarlos a todos.” Es la universalidad característica suprema del Amor, característica que marca también el camino cristiano. El Amor no conoce parcialidad. Mi liberación del sufrimiento es la liberación de todos los seres.
En el camino de crecimiento debería llegar un punto donde mi individualidad se funde con la universalidad: percibo la unidad que sostiene y engendra lo distinto. Me percibo UNO con todo y desde el Amor que soy y somos puedo morir con cada niño, sin dejar de percibir ese mismo y único Amor.
Ahí percibo que liberarme de sufrimiento inútil es liberar a todos los seres de ese mismo sufrimiento y que descubrir mi autentica naturaleza – el amor dicho cristianamente – es un paso decisivo para que todos los seres vivientes lo descubran.
Así que, cuando mi experiencia de felicidad y de paz no excluye, sino incluye al Universo, es legitima, necesaria y colabora misteriosamente para que todos los seres vivos puedan disfrutar desde ya la plenitud anhelada.
Podemos comprender todo eso desde otra perspectiva: todo sufrimiento inútil está provocado por el egoísmo humano y ese mismo egoísmo es fruto de la ignorancia de nuestro ser: amor pleno y eterno. Desde ahí resulta evidente que descubrir y vivirse a partir de lo que somos es lo único necesario para salir del egoísmo, lo mejor que pueda hacer para la felicidad de todos.
Es el motor de transformación más poderoso. 
                                                                  Padre Stefano Cartabia OMI (Uruguay)
 
El Padre Hernán Pérez Etchepare, mi mentor, me decía siempre: No te olvides Elsa. Acuérdate siempre del AMOOOR (sic) Hermoso Padre Stefano. Dios lo bendiga-

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