miércoles, 10 de junio de 2015

POEMA: Carlos María Romero Sosa. A MONSEÑOR ÓSCAR ARNULFO ROMERO

Tumba de Monseñor Óscar Arnulfo Romero en la Catedral de San Salvador (poema) 

Carlos María Romero Sosa / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina

Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado. El Evangelio me impulsa a hacerlo y en su nombre estoy dispuesto a ir a los tribunales, a la cárcel y a la muerte.
Homilía de Monseñor Romero

Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios(…). En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre de Dios: ¡Cese la represión!   
Homilía de Monseñor Romero en la misa del 23 de marzo de 1980   
No olvidemos que se trata de un proceso sobre martirio.
Monseñor Vicenzo Paglia, obispo de Terni- Narni-Amelia, postulador de la causa de beatificación de Monseñor Romero en proceso en el Vaticano
A los vendedores de
allá  afuera
Cristo no los arrojaría del
Templo.
 Otros siguen siendo los mercaderes.
Dicta la  propaganda:
ningún coreuta ahora
ha de llevar  la
voz que clama en el
desierto. Hay silencio en la
tumba de
Monseñor Romero.
Pero la media luz
 solemne y
sepulcral entra por los
oídos que decodifican
maldiciones de 
sicarios,
respuestas evadidas por
testigos perjuros,
el agudo ultrasónico del
rasgar de otras ropas de
Sumos Sacerdotes,
el ahogar las conciencias en la
arena movediza del
cálculo político de
 muchas jerarquías
y la oración rezada con labios
apretados porque no se
dispare a tanta idolatría.
*****
De frente a quien lo
invoca el
Bienaventurado:
  Dios iza en él su insignia. 
De frente a quien lo
invoca, a prueba de codicias y el mal de las
alturas la palia arzobispal que no atajó la
bala. 
Su prédica un
 pan de oro de
harinas eucarísticas:
                                   Los pobres son los que nos dicen qué es el mundo
                                   y cual es el servicio que la Iglesia le debe prestar.
Cubierto con su
mitra, tal vez alegoría de
otro  monte Tabor
donde transfigurarse en
  Hombre Nuevo.   
De pronto el
flash de algún turista
-no una espada flamígera-,
impone condiciones del
año 2007 a la Utopía. 
                                                
  Mientras 
tanto allá afuera
la historia se reencuentra consigo
 en un cruce de Gólgotas,
  Madero por Madero.  
 
San Salvador, noviembre de 2007
(Se publicó en “Fanales opacados”, Buenos Aires, 2010 (Proa)

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