sábado, 2 de noviembre de 2019

RELATO: UN PASEO INOLVIDABLE. DR. JORGE LOBO ARAGÓN

          “…Un Paseo Inolvidable…En este…mi Tafí del Valle, que no es del pasado ni del futuro sino que es perenne, que es eterno y que  siempre se mantiene vivo. Que separa las elevadas cordilleras de la Sierra del Aconquija al sur y las Cumbres Calchaquíes al norte…Este valle que es el más   importante paso que conecta los Valles Calchaquíes al oeste, con la gran Llanura Chacopampeana al este, me ha regalado la posibilidadel milagro y la quimera de volar…soñar…y cabalgar  una vez más con mi Madre gracias a mis facultades de bilocación. Es que como centinela y custodio de un gran tesoro… vengo revoloteando y batiendo mis alas aurígeras   por las sendas del Aconquija acompañando a mi estrella radiante y estandarte inmortal. Mi Madre…La que en su magnanimidad, espíritu y fortaleza dejó  a toda su descendencia el estigma de que nunca es tarde para realizar un esfuerzo…Emocionado y conmovido por el paseo imborrable con mi abogada jineta…suplique a Tata Dios que me diera la posibilidad de observarla nuevamente desde mi experiencia extracorporal…Como antesala de Semana Santa la gracia del Eterno me vuelve a sorprender y emocionar. De nuevo estaba en otro plano…Lo primero que vi al despertarme en mi visión astral…fue un pedazo de cielo azul por entre las mechas del techo de la casa en donde dormía mi madre en su primera parada en la Mula Muerta cerca de la Ollada...El grupo se despierta bajo el manto azulado de un cielo  teñido por pequeñas nubecillas que hacían presagiar un viaje despejado…Una alegría emotiva y profunda domina al grupo que se mueve excitante ante la posibilidad de seguir adelante. Observo a mi madre gritar a viva voz… ¡El viaje está salvado!.. Al verla con su emoción a flor de piel lo que más temía era volver por esa senda mojada sin  lograr su cumbre y su empeño…El grupo sigue en esa casa de alta montaña, donde pasaron la noche con  una precariedad notable pero en  un avanzado confort humano. Tenían un solo baño…un excusado limpio…adecuado al escenario y al entorno. Desayunan con notable apetito…Preparan los caballos y salen rumbo a Piedras Blancas a las diez de la mañana con  el sol recién salido…Toman la senda que parte de una loma verde donde hay unos perfectos, redondos carapuncos, los últimos de la región…Bajan y suben  por laderas muy sombrías, algunas resguardadas por altísimos árboles, en su mayoría alisos. Las arboledas crecen y se expanden sobre las laderas que dan al sur y al este…Cruzan las sonoras corrientes de los arroyos que corren por las quebradas, entre dos montañas…Pedregosos los ríos…ruidosos, con señas de haber traído hace poco tiempo gran correntada…a juzgar por los árboles caídos junto a su cauce retumbante. Acomodan varias veces las monturas en ese bajar y subir. Por tramos, los caballos se  entierran en el barro y el ruido como de ventosa me produce un placer inigualable  igual al tenía mi madre a todo cambio de la naturaleza. Desde su caballo, saluda, al pasar, a su querida y vieja queñua, un pequeño arbolito dotado de un "aspecto extraño…encorvado…retorcido…con su corteza desgarrada y harapienta, que deja ver  su piel colorada, como con frío y sus largas barbas flotando al viento. Un luchador arbusto que pelea con el cierzo, el frío, la tierra avara, y enseña a los habitantes de esas alturas cómo se vive a pesar de todo, y cómo se vence... Antes de salir…a las Piedras Blancas, se acaba la arboleda. Desde esa zona elegida por la mano del Altísimo tuvimos la visión completa del Cabra Horco, Caquebal, San José, y de todo el lado oriental del Mala Mala. No hay casi pastos…solo piedras…blancas, casi transparentes, con incrustaciones negras en su interior. Salen del pico, bajan a San José sobre piedras chicas y filosas. Un hilo de agua serpenteaba montaña abajo, hacia el naciente…Siempre fresca y cantarina. Cambia otra vez el paisaje. El verde en sus distintos matices conforma un cuadro incomparable. Las casas…prolijas limpias…parecían no estar habitadas más que por los perros que aprovechaban su paso para despabilarse y mostrar sus habilidades... Llegan a la morada precaria de doña Adelina, en Chasquivil. Una señora mayor…con edad indefinida…como suele ser esta gente del lugar. Un hombre estaba en el patio, cargando leña en una mula…Los chicos se divertían contemplando la escena. La construcción de piedra y adobe…bien cercada, con postes y alambres, ostentaba en su parte superior un prolijo trabajo artesanal. En la subida  de un descampado desmontan un rato y toman mate con bollo. Descansan… También los caballos… Bajan  por altos matorrales, y por sendas flanqueadas por piedras monumentales, increíbles. En lo alto de una loma, se alza una casa almacén, con palenque en el patio, al que estaban atados varios caballos de parroquianos. En una pequeña galería delantera, colgaban, como ristras de colores, las lanas, que después de teñidas son puestas a secar. Un refugio distinto… de varios cuerpos, con aspecto de pertenecer a gente más acomodada. Había flores en el patio…cercadas por murallas de cañas, para protegerlas de las cabras y ovejas. Dos chicas  jóvenes, de negro pelo largo trajinaban en un dormitorio. El sol de la tarde ponía su oro sobre las laderas e iluminaba la cumbre del Cabra Horco. A esa hora mágica en la que se esfuman las aristas y todo parece de terciopelo…baja el grupo con mi madre a la cabeza rumbo a Chaquivil. Río abajo…la morada aparece escondida. Los pastizales…apremiados por el crepúsculo, que enfriaba rápidamente el ambiente…convertían a las montañas…en enormes moles azules. Cruzan el río que da en ese lugar una amplia curva y entran al patio por una tranquera de grandes troncos, pasados por el ojal del poste que la protege. Es una antigua y hermosa edificación…la Sala de San José, de Chaquivil. La casa sala en sí…son dos cuerpos enfrentados, con sendas galerías. La cocina cierra el espacio hacia un lado. El comedor, y dos cuartos, están hacia el oeste. Una enorme abertura sin ventana mira el paisaje agreste. Cada  uno  de los viajeros se provee de jarros,  platos y cacerolas prolijamente guardados para ser usada por el huésped de tránsito. Observo al grupo deleitarse al ver apiladas, como esperándolos una docena de camas, con sus colchones y frazadas de gran colorido. Encienden la chimenea. Por el ventanal, diviso como enormes rocas poderosas, temibles, parecían custodiar o amenazar la casa. En el bloque de enfrente estaban dos baños instalados. Había que traer el agua desde el río que corre y zigzaguea desde cerca. Para cortar
camino, es característico subirse a una gran piedra que se asemeja a un tobogán enjabonado y una vez que se cruza la misma se desmonta en una cerca de palos rústicos junto a la construcción. Las vacas ovejas y cabritos desde la orilla, contemplan mansamente la operación… Sacan las camas y las  alinean con la cabecera para el lado de la chimenea. Calientan sopa de sobre y la toman con queso. Abren unas latas que acompañan con pan. A la luz de la vela  el grupo charla un rato… Arrullados por el rio cansados se   van a dormir. Puedo ver como desde la ventana, mi madre semidormida contempla las rocas del jardín que con el resplandor de la luna parecían agigantarse… De súbito…en mi desplazamiento exaltado por la compañía de mi madre se me anublan los ojos y se inicia  la trasformación mística  de vuelta hacia mi cuerpo físico. El grupo se me  aleja  como si entrara en un túnel sin final…en una picada hacia el más allá. Puedo percibir levemente  la silueta de mi madre que me saluda con su gesto típico de asentimiento hacia una nueva cabalgata… tal vez la última  por las sendas del Aconquija  del Tafí añorado que fuera centro de comunicaciones entre los Valles que llevan al altiplano y las quebradas que se vuelcan sobre la llanura tucumana. El Tafí transitado por Diego de Rojas y por Juan Núñez De Prado los días en que nuestra patria nacía. El Tafí que fuera la “Tambería del Inca” cuando dos pueblos se acoplaban aquí, transfiriendo sus culturas, de aquellos Diaguitas cuya estirpe ha encontrado nuevas venas para seguir manteniéndose en el tiempo. Vuelvo embelesado de mi transformación astral a narrarles a todos mis lectores el viaje encantador

Dr. Jorge B. Lobo Aragón
#Tucuman#Argentina#Tafidelvalle#

Hermoso su Tafí Dr. Tuve la suerte de conocerlo. Fuimos dos veces con mi esposo. Maravilloso. Lástima que no salen las fotos que envió con el texto. Bendiciones Elsa.



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