martes, 10 de julio de 2018

REFLEXIÓN: AL FINAL. RAMÓN DELGADO

Al final

Caminábamos con Juan, por el campo, en medio de la brisa y el canto de los pájaros y del cielo azul que cubría nuestros sueños con su majestuosidad, infinitamente maravillosa. Yo acusaba el cansancio de esta tarde de sueños, que nos arropaba de palabras, esplendorosas en medio de los escasos árboles y el sol que con sus rayos  hería nuestra piel.
Cuando Juan hablaba sentía la tibieza de esas palabras que no pasaban por el oído, iban directo al corazón y retozaba en el alma. Y mientras ibamos, todo el entorno era una fecunda armonía de colores, brisa, campo, pájaros y perfumes.
Llevábamos un tendido dialogo, y de repente llega el ceremonial, llega el arrebato al que me tenía acostumbrado Juan en nuestras caminatas a ningún lado y dejaba mi corazón turbado de emociones encontradas o me llevaba a emociones fuertes y gratificantes.
Esa tarde como sin querer me dijo:
“Envejecer es pensar que las cosas no tienen sentido, es sentarse y esperar, no sé qué, pero me quedo sentado, sólo esperando sin saber que espero, quizás la muerte, o tal vez sea ese abandonar el camino, pero ser viejo es un estado al cual no está llamado el hombre.
           Sentirse viejo es no querer reír, es dejar de soñar, es dejar de  crear, es no amar lo que viví, lo que soñé, es pensar que ya no puedo.
            La vida, amigo, es un largo camino, es dejar huellas, si huellas que queden en el corazón de quienes amamos, de quienes compartimos ese camino, amigos, compañeros, vecinos, es dejar una palabra, un apretón de manos, haber sido brújula para alguien.
            En otras palabras la vida debe ser siembra, esparcir por doquier, esperanza, una sonrisa, es perder para que gane la vida, si perder tiempo con los que son parte de uno, perder tiempo con amigos, y también con aquellos que pasaron a nuestro lado y necesitaban tal vez solo una palabra.
            Cuando uno era joven, cuando mirábamos el mundo donde estábamos parado, cuando la rebelión tejía sueños, broncas, y más pelea, cuando pensábamos en un mundo diferente, cuando deseábamos terminar con tiranías y todas nuestras fuerzas viajaban vertiginosamente a que todo cambie, cuando soñábamos y chocábamos con la realidad y nos consumía. Y después el tiempo nos fue llevando y nos aburguesamos como todos, y muchas veces hacíamos lo que no queríamos.
            Mirar estos tiempos vividos, y revive en tu corazón esta locura, acepta con serena  alegría que aún dentro de cada uno hay alguien que quiere que todo sea una realidad, amar la vida implica desafíos, amar es un compromiso, conmigo, con los demás y con el mundo.
            La vida tiene alas, vuela, anímate a lo imposible, la vida no es edad, gasta tu valor, apuesta tu última moneda, el tiempo de siembra nunca termina, abraza a tus nietos, tírate al suelo con los niños, cuéntales un cuento improvisado y absurdo.         
            Deja libre tu corazón, deja que la luz llene tu alma, abre todas tus ventanas, todas las puertas, que entre el viento nuevo, deja que la vida se manifieste, tiende tus manos, no eres viejo, maravíllate por lo que no conoces, que aquellos que sigan en este camino te recuerden por tu sonrisa, por tu alegría, por esos cuentos insólitos, por tu bondad.
           Abraza a tus seres queridos, abre tus ojos, perdona, rompe el ceremonial, baila, escribe tus certezas, tus sueños juveniles, cuenta como brincó tu corazón y tu alma cuando escuchaste la palabra de tu niño diciéndote papá o mamá, cuenta tu vida, cuantas estrellas tocaste con tus manos, cuanta alegría inundo tus ojos y escondiste tu vergüenza cuando llorabas abrazando la vida que cantaba.
Deja que el amor inunde todos tus años cada día que pasa, cada caricia, cada abrazo es un volver a nacer.
            Y cuando ames te darás cuenta que no hay edad. Volverás a ver las flores que olvidaste, escucharas esas canciones lejanas y bellas para el alma, y seguirás el camino que una vez, ni siquiera recuerdas, empezó.
            Descubrirás cuantos dones tienes en las manos, verás que generosos fueron todos esos años vividos, cuantas caricias que hoy son sonrisa en los rostros, ríe, baila canta, retoza en la vida, en la alegría.
            La vejez no es el fin, es la suma de años vividos, en los pelos que ya no tenemos, se fueron las broncas, la ancianidad es el comienzo de algo muy bello, es el tiempo de disfrutar,  de saborear el fruto de todo lo sembrado, de mirar los pájaros que no vi en el trotar de la vida, y que hoy el tiempo me regala este espacio, es irse con la nube errante a conocer esas tierras que querías pisar
La ancianidad es para irse con el viento, es compartir historia, es el hermoso tiempo de ser otra vez niños y jugar con los nietos, de mirar a los hijos y volar. 
            Porque la vida es hermosa, cada día es una aventura fascinante. Y aunque tengas docientos años no se es viejo, porque ser joven es un estado del alma, el joven ama, lucha, vence, pierde, cae y se levanta.
             Ama siempre y se feliz cada día, de toda tu vida.”

             Miraba a Juan cuando hizo un profundo silencio y no alcance a medir su altura, un gigante. Lo vi seguir a paso lento mirando el horizonte, ya comenzaba a gestarse el atardecer, la ancianidad del día; en medio de palabras que quedaron en lo profundo de mi alma.

                                                                                             Ramón Delgado

Queridísimo Ramón: ¡Qué difícil es la vejez cuando castiga! Hermosa esta Reflexión. Espero no dejes pasar mucho tiempo sin mandarme algo más. Escribes maravilloso. Por tantos Cafés Literarios pasados juntos te bendigo y te sigo apreciando como una excelente persona. Elsa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario