domingo, 24 de junio de 2018

RELATO - REFLEXIÓN - HISTORIA María de las Mercedes (Chascomús)

 REFLEXIÓN- RELATO - HISTORIA

UNA DECISIÓN NO TOMADA
AMOR. CORAJE, FIRMEZA…VIDA

Paso a contarles lo que hace  muchos años escuché y que se daba realmente por sucedido. Para mí todo era fantasía pero, para mi sorpresa, llegué a confirmar que los datos  atribuidos a los personajes del relato son históricamente ciertos.
Contaban que mucho tiempo atrás , en la segunda mitad del siglo XVll, en una ciudad del Sacro imperio Romano Germánico, vivía una joven señora que todas las noches despertaba entre gritos, sudorosa y aterrada. La pobre sufría de una pesadilla recurrente.
Soñaba que tras uno de los frecuentes ataques de furia (debido a su mal carácter y a la elevada concentración de alcohol en sangre), su marido abusaba de ella y quedaba embarazada.
Aturdida por tanto maltrato, llevando una vida miserable, quebrantado su ánimo por situaciones muy  dolorosas que incluían  grandes problemas de salud y  la muerte temprana de su primer hijo, deprimida y sin esperanzas, decidía no compartir esa cruz con el que iba a nacer y desesperada acudía a la comadrona para que la ayudase a que ese pequeño no viniese a ese su  mundo de sufrimientos.
Una vez cumplido con su propósito volvía a su casa muy triste pero  aliviada, sabiendo que, con ese acto, evitaba  dolores al hijo que tanto hubiese deseado concebir si las condiciones de su vida no hubiesen sido tan deplorables.
Al llegar a la puerta de su casa…despertaba.
 Estremecida de horror y enceguecidos sus ojos por las lágrimas corría junto a la cunita de su bebé que, ajeno a los sufrimientos de su madre, dormía plácidamente con una respiración muy rítmica y unos ronquiditos que  a los oídos de la madre llegaban como música celestial, como una verdadera orquesta finamente cincelada.
La joven  agradecía a Dios por no haber tomado la decisión de llevar a cabo los negros pensamientos que le habían asaltado en los primeros días de embarazo.
Con maternal amor alzaba en brazos al pequeño. Dulcemente cantaba mientras estrechaba contra su corazón a su queridísimo hijo.
Mientras tanto, el violento marido parrandeaba con sus amigos y se gastaba en alcohol el dinero que mucha falta hacía en su casa. La borracheras del padre del niño eran tan famosas  que se había ganado la fama de ser uno de los  mejores contribuyentes al fisco en materia de pago de impuestos a bebidas alcohólicas.
Esto sucedía en 1770, en la ciudad de  Bonn y el  famoso bebedor se llamaba Johann.
Para finalizar simplemente me queda dar las gracias a María Magdalena Keverich que, a pesar de sus padecimientos, supo ser una amorosa y entrañable madre para nuestro admirado, inolvidable maestro entre maestros, creador entre creadores, Ludwig van Beethoven.


Nota al pie de página.
Para los curiosos, como yo: salvo el relato de la pesadilla, los demás datos son históricos, aun los que la forman y rodean
María Magdalena falleció a los 40 años luciendo a esa edad un aspecto de anciana por su frágil salud y los padecimientos sufridos.
El abuelo Beethoven que  se había hecho cargo de toda la familia  falleció cuando Ludwig era muy pequeño.
A partir de ahí las cosas fueron de mal en peor. La fuerte adición de Johann al alcohol lo llevó a perder sus fuentes de ingresos.
Los niños crecieron descuidados, desnutridos y recibían maltrato de su parte.
Tanto es así que la sordera que Ludovicus (Ludwig) padeció en su adultez fue atribuida a los golpes que su padre le proporcionaba en la zona del oído ante la decepción  de que no  consiguiese ser un músico estrella a pequeña edad,  tal como lo había llegado a ser Mozart.
  Lo único que pido es que no mal interpreten  el cómo encaro el relato. LOS DERECHOS DE LA MUJER SON INALIENABLES. NO JUSTIFICO LA CONDUCTA DEL MACHISTA JOHANN. Es realmente repugnante y merecedora de la mayor de las condenas y María Magdalena merecedora del mayor reconocimiento y la mejor de las estatuas.

 María de las Mercedes
Chascomús, 17-03 2017

Una larga vida de penurias que Dios coronó con el reconocimiento eterno en ese hijo que ella adoraba.
Mil Gracias Maria de las Mercedes

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