sábado, 7 de abril de 2018

POEMA: SOLDADO DEL IMPERIO. TERESITA DE ANTUENO

   Soldado del Imperio

Hombre muerto, yo te guardo
aunque de ti poco sepa
pues de aquí podrían robarte,
(¿para qué querrían eso?)
Mas, mi deber no es pensar:
no mando, sólo obedezco.
Yo  (y a mucha honra lo digo)
soy soldado del Imperio.

Unos te decían “Maestro”,
Rabí, Hijo del Dios vivo.
Que hacías milagros, sanando
males del alma y del cuerpo.
Clamabas en la montaña,
y ayunabas en el huerto.
Que les devolvías la vida,
a los que ya habían muerto.

Al pasar estos portales,
un día te dieron ramos
y a los pocos, un madero.
No sé la causa concreta,
ni qué fechoría has hecho,
pero creo que se enojaron
cuando dijiste, sin miedo,
que tú tan sólo en tres días
reconstruirías el templo.
¡Qué descaro! ¡Qué osadía!
¡Tú! ¡Un simple nazareno!

Pero algo han de haber temido
¿Una sedición del pueblo?
Te acusaron de blasfemo,
me contaron compañeros.
Supongo que será grave.
No me toca a mí saberlo.
No soy judío. Soy romano.
Soy soldado del Imperio.

Vigilando hemos estado
relevando nuestro puesto
valientes, alertas, firmes,
¡qué importa si no entendemos!
Somos fuertes, somos rudos
los soldados del Imperio.

Pero alguien se aproxima.
¿Quién viene a ti, nazareno?
Estoy yendo a interrogarla
“¿Qué buscas, mujer, adentro?
Sepultado hace tres días,
sólo verás unos huesos.”

Mas,  ella no me responde
y corre con atropello.
Se aleja llorando a gritos,
no de angustia, de contento.
Sorprendido la veo irse.
Con precauciones me acerco.
Estoy listo para todo
¡soy soldado del Imperio! 

La piedra yace a un costado,
y el sudario está en el suelo.
¡No me he movido de aquí!
¿Cómo el sepulcro está abierto?
Nadie ha pasado ¡lo juro,
por los dioses de mi pueblo!

Vienen  ahora a mi mente
montados en fuerte viento:
los milagros, las promesas,
la  rasgadura del cielo,
todo lo que me contaron…
Lo que dijiste ¡era cierto!
¡No mentiste! ¡No mintieron!
Mi armadura y mi escudo
ya son demasiado peso.
Mi corazón va cambiando.
Se me doblan las rodillas
y caigo, sin más, al suelo.
Para esto me mandaron:
Ahora sí…ahora comprendo.
Ya no soy más un soldado.
Ya no me importa el Imperio.
¡Soy tuyo,  resucitado!
¡Tuyo,  Jesús nazareno!

                               Teresita de Antueno                                                                                      
Hace más de 17 años que trabajo leyendo  y publicando poemas según me enseñó el Padre Hernán Pérez Etcherape Q.P.D. Nunca leí un poema de Resurrección tan creativo y de estas características.
Te felicito Teresita de Antueno. Bienvenida a nuestro Blog. Elsa.                                      

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