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 Uno
 de los grandes males de estos tiempos es la negación del pecado, del 
infierno y del demonio mismo. Pero todo eso existe. El pecado no sólo 
existe, sino que nos condena a vivir eternamente el sufrimiento del 
infierno. Perdón que lo diga con tanta claridad, pero es la verdad, y 
sería un pecado de mi parte no decirlo. Sería politicamente correcto 
callar, como tantos los hacen, pero eso no sería una actitud de Dios, 
sino demoníaca.  
  
Quizás
 la forma más efectiva de comprender esto, es leer sobre la actividad de
 los sacerdotes exorcistas, que enfrentan al demonio a diario. Por eso 
compartimos hoy este relato de un exorcista que experimentó la presencia
 de la Virgen y el terror de los demonios ante Ella. No tengamos miedo 
de estas cosas, tengamos miedo de perder nuestra alma por toda la 
eternidad, si es que no tomamos conciencia de la necesidad de una 
conversión sincera, de corazón.
  
  
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